Los obispos de México manifestaron su dolor por los actos de violencia registrados en los últimos días tanto en México como en los Estados Unidos, “provocados –dicen– por la intolerancia, la xenofobia y la discriminación”.
El fin de semana anterior 22 personas murieron cuando un sujeto disparó en varias ocasiones en un supermercado Walmart, ubicado en El Paso, Texas; ocho de las víctimas eran de nacionalidad mexicana. Nueve personas más murieron cuando otro sujeto disparó contra los asistentes de un bar en Dayton, Ohio.
Por otro lado, de acuerdo con el conteo diario que realiza el gobierno federal en México, en julio pasado se registraron 2 mil 414 víctimas de homicidio doloso, un promedio de 78 asesinatos por día en todo el país.
A través de un mensaje titulado: “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”, el presidente de los obispos Rogelio Cabrera López ofreció su cercanía y oración a los familiares de quienes perdieron un ser querido en estos “fatídicos acontecimientos o han resultado heridos”.
El texto, firmado también por el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Alfonso Miranda Guardiola, lamenta el aumento de estos actos de violencia “alentados por quienes crean divisiones, cierran el corazón a sus semejantes y no reconocen la dignidad humana que posee toda persona, independientemente de su color de piel o su nacionalidad”.
Tras señalar que cada vez resulta más difícil mirar el rostro de Cristo en el hermano y hermana que sufre, el presidente de la CEM recordó que los discursos de odio generan solamente agresión y muerte.
“Es tiempo de poner un alto a estos actos violentos, por lo que hacemos un llamado a los ciudadanos y autoridades de los Estados Unidos, y de México a fomentar un discurso congruente de paz, igualdad, fraternidad y colaboración, ya que tanto los connacionales, como los extranjeros que residen en un país, hacen que una nación sea más grande y fuerte”, dijo.
También hizo un llamado a todos los católicos y personas de buena voluntad a continuar orando por todas las personas que han sido víctimas a causa de estos motivos, por los numerosos heridos, y por sus familias, “para que encuentren el consuelo de la fe y la paz en Jesucristo nuestro Señor”.