“El nacionalismo es una actitud de aislamiento. Estoy preocupado porque escuchamos discursos que se parecen a los de Hitler en 1934, en los que se destaca el ‘Primero nosotros, nosotros… nosotros’. Son pensamientos aterradores”. Así ha explicado Francisco, en una entrevista concedida al periódico italiano La Stampa, cómo se siente ante el auge de los movimientos nacionalistas y el cierre de fronteras por toda Europa. “Un país debe ser soberano, pero no cerrado”, ha subrayado. “La soberanía debe ser defendida, pero las relaciones con otros países y con la Comunidad Europea también deben ser protegidas y promovidas, porque el soberanismo es una exageración que siempre termina mal: conduce a guerras”.
Y es que, para el Papa, permanecer unidos conservando la propia identidad es la clave. “La identidad es una riqueza (cultural, nacional, histórica, artística) y cada país tiene la suya, pero debe integrarse con el diálogo”, de tal manera que, con la globalización, la unidad pase a ser entendida “no como una esfera, sino como un poliedro: cada pueblo conserva su identidad en unidad con los demás”.
“Europa no puede y no debe disolverse”, ha recalcado Francisco, porque “es una unidad histórica, cultural y geográfica” que comenzó con “el sueño de unidad de los Padres Fundadores”. Por eso, aunque “con los años se haya debilitado”, Francisco encuentra un rayo de luz en el hecho de que una mujer haya sido elegida presidenta de la Comisión Europea. “Estoy contento porque las mujeres han demostrado que tienen esa capacidad de unirse”, ha dicho, por lo que esta puede ser la manera de “revivir la fuerza de los Padres Fundadores” de la Unión Europea.
Una de las manifestaciones más claras del soberanismo extremo que ha criticado el Papa es, precisamente, la actitud ante la llegada de migrantes a Europa. Algo ante lo que “nunca debemos olvidar que lo más importante de todo es el derecho a la vida”. “Los inmigrantes llegan principalmente para escapar de la guerra o el hambre, del Medio Oriente y de África”, por lo que, además de practicar la acogida, ha destacado la importancia de “ayudar a resolver los problemas” que provocan en las personas la necesidad de migrar.
Pero si, a pesar de todo, los flujos migratorios continúan, también debe haber un espacio para “la creatividad” y el “diálogo entre los países”. “Sé que en un país europeo hay ciudades medio vacías debido al declive demográfico: algunas comunidades de migrantes podrían ser transferidas allí, lo que, entre otras cosas, podría revivir la economía de la zona”, argumenta Francisco.
Durante la entrevista también se ha abordado el tema del próximo Sínodo sobre la Amazonía, que se celebrará el próximo mes de octubre. Un encuentro que es “el hijo de Laudato si'”, una encíclica que “no es ‘verde’, sino social, que se basa en una realidad ‘verde’, que es la custodia de la creación”.
Y es que para Francisco la realidad que atraviesa el planeta es realmente “preocupante”. Ejemplo de ello es el testimonio de unos pescadores, que le confesaron que en los últimos meses habían recolectado 6 toneladas de plástico del mar”, pero también “el glaciar de Islandia que se derritió en unas horas” esta misma semana.
“El Sínodo se centra en la Amazonía porque es un lugar representativo y que, junto con los océanos, hace una contribución decisiva a la supervivencia del planeta, porque gran parte del oxígeno que respiramos proviene de allí”, explica el Papa. De esta manera, “la deforestación significa matar a la humanidad. Y luego, el Amazonas involucra a nueve estados, por lo que no concierne a una sola nación”.