Lur Bizia (Tierra Viva, en euskera) es un proyecto de huerta ecológica que estamos poniendo en marcha en el Convento de la Vera Cruz de Bérriz (Vizcaya), nuestra casa madre. Es parte de un proyecto más amplio que, poco a poco, empieza a ver la luz. Nuestra casa de origen está en un lugar privilegiado, en contacto con la naturaleza, rodeado de bosques de pinos, hayas y robles, al fondo presentes los montes del Duranguesado, con el Amboto al frente.
Desde hace tiempo venimos preguntándonos cómo seguir haciendo de Bérriz un lugar que exprese nuestro carisma misionero. En ese proceso, vimos que Bérriz es un lugar idóneo para poner en marcha un proyecto ecológico que nos ayude a dar respuesta a lo que viene siendo una llamada urgente, “el grito de nuestra tierra y el grito de los pobres”, como nos ha señalado Francisco en ‘Laudato si’’; un lugar que nos invite a una relación diferente con la naturaleza, desde la contemplación y el contacto con la tierra, y a dejarnos convertir a un estilo de vida solidario y respetuoso con la naturaleza, valorándola y aprendiendo de ella, para hacer de nuestro planeta un verdadero hogar.
En el último año y medio hemos comenzado a poner en marcha la huerta y recuperar así lo que ha formado parte del estilo de vida de esta casa durante muchos años. Vivimos en la era de la eficacia, el rendimiento, de la producción a cualquier precio. Y para ello explotamos la tierra, los bosques, el suelo… y de la misma manera, se explotan personas y pueblos enteros. La tierra explotada acaba por perder su propia fertilidad. Un “modo de hacer ecológico” es una filosofía del respeto y cuidado de la tierra, dándole lo que necesita para que pueda expresar toda su fecundidad. Consiste en respetar su propio ritmo, así como la vegetación y plantas que le son propias, según cada clima, tipo de suelo y lugar. Aprender de la sabiduría de la naturaleza y velar por crear un ecosistema armonioso, donde conviven distintas especies de animales, plantas, suelo, que se apoyan mutuamente, se nutren y ayudan a crecer. Utilizar los propios recursos del medio para proteger de plagas y enfermedades.
El grito de la tierra y el de las personas empobrecidas nos está pidiendo una conversión en nuestra manera de entendernos a nosotros mismos en conexión con toda la humanidad y la creación y en nuestros estilos de vida. Queremos comenzar por nosotras. Pero soñamos también con que Lur Bizia sea un espacio que nos ayude a difundir y comunicar a los muchos grupos y personas que se acercan a Bérriz una espiritualidad integradora que permita recuperar una espiritualidad ecológica que ame la Tierra; una espiritualidad de solidaridad y justicia. Por tanto, “no es conforme al designio de Dios usar este don de modo tal que sus beneficios favorezcan solo a unos pocos” (LS 93).
Todavía nos queda mucho por hacer en este proyecto para llegar a todos los objetivos que acariciamos. Pero la tierra nos va enseñando a acoger la lentitud de los procesos, a agradecer los frutos que ya se van dando, a confiar en el tiempo, en el trabajo y en la fecundidad que es don de Dios.