Pringantha Jayakody, vive solo a 50 metros de la Parroquia de San Sebastián de Negombo de Sri Lanka, donde un terrorista suicida asesinó a 150 personas. “Pensé que mi mujer también estaba a salvo. Tal vez herida o algo así. Estuve esperando y esperando…”
Era el día más importante para los cristianos. Celebraban la Pascua cuando el terror empañó de dolor y sangre la fiesta de la Resurrección en Sri Lanka. Más de 300 personas murieron y cerca de 500 resultaron heridas en los atentados que ocurrieron en tres iglesias de ese país. El hijo y la mujer de Pringantha también habían ido a celebrar la Pascua.
“Mi vecino me dijo que había visto a mi hijo andando. Estaba sangrando, con sangre en toda su ropa. Pero estaba andando. Así que dije ‘Gracias a Dios’, porque pensé que eso significaba que estaban vivos”. Aunque las heridas del hijo fueron leves, le han dejado marcado.
“Ha sido una experiencia terrible, muy triste”
De los más de 20 millones de habitantes que viven en Sri Lanka, tan solo el 9.1% son cristianos. Esta y otras minorías religiosas en esta isla son víctimas de numerosos ataques, pero este ha sido el más atroz en los últimos años. “Ha sido una experiencia terrible, muy triste”, dice el Padre Shamir, uno de los concelebrantes el día de la matanza. “Las bombas de los terroristas han destrozado vidas y edificios, pero no han logrado reducir la fe”.
Pasaron días y semanas antes que Pringantha aceptara la muerte de su mujer. Pero al fin pudo admitir lo que había sucedido y perdonar a los asesinos por una razón. “Pese a todo, sigo diciendo que estamos orgullosos de ser católicos. Sin dudarlo. En mi situación, aún puedo decir que estoy orgulloso de ser católico… Las víctimas, entre ellas mi mujer, dedicaron sus vidas a Dios, a nada más”.
Tras los atentados de Pascua en las iglesias de Sri Lanka la fe se ha fortalecido. “Ahora vemos a la gente acudiendo a grandes encuentros, a los servicios religiosos, la Santa Misa para recibir la Comunión”, comentas el Padre Shamir. “Y pienso que se ha producido un aumento del número de fieles que vienen y participan en los servicios religiosos.”.
Los cristianos de Sri Lanka dan testimonio de fe, incluso con su propia vida. Su fidelidad a Cristo les hace ser perseguidos y, aun así, permanecen firmes, y como Pringantha Jayakody, perdonan a quienes les persiguen.
