Tras la suspensión de la audiencia de este miércoles, el papa Francisco ha rezado el ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro con motivo de la solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora, festividad que en la Ciudad Eterna es conocida como el ‘Ferragosto’. Comentando el Magníficat, que es el evangelio de la liturgia del día, el Papa ha señalado que “no basta con regocijarse en el interior, en el alma, sino que queremos expresar la felicidad con todo el cuerpo: entonces nos regocijamos” y “María se alegra por Dios”. Por eso ha recordado que “María nos enseña a regocijarnos en Dios, porque Él hace cosas grandes”.
Y es que, para Bergoglio, “en la vida es importante buscar cosas grandes, de lo contrario uno se pierde detrás de tantas cosas pequeñas”. “María nos muestra que si queremos que nuestra vida sea feliz, Dios debe ser el primero, porque sólo Él es grande”, añadió. Frente ante se lamentó de “cuántas veces, en cambio, vivimos persiguiendo cosas de poca importancia: prejuicios, rencores, rivalidades, envidias, bienes materiales superfluos…. ¡Cuántas mezquindades en la vida!”
Según el mensaje de la Asunción, “María es llevada al cielo: pequeña y humilde, es la primera en recibir la más alta gloria. Y allí nos espera, como una madre espera que sus hijos vuelvan a casa”, subrayó refiriéndose al título de “puerta del cielo”. “La fiesta de la Asunción de María es una llamada a todos, especialmente a aquellos que están afligidos por las dudas y la tristeza, y que viven con los ojos hacia abajo. Miramos hacia arriba, el cielo está abierto; no despierta miedo, ya no está lejos, porque en el umbral del cielo hay una madre esperándonos”, concluyó.
El papa Francisco ha querido tener una muestra de cercanía con “las poblaciones de varios países de Asia meridional, duramente afectados por las lluvias monzónicas”. Por ello, ha asegurado que reza “por las víctimas y los desplazados, por todas las familias sin hogar. Que el Señor les dé fuerza a ellos y a todos los que los ayudan”.
También, al concluir la oración bendijo unos 6.000 “rosarios destinados a los hermanos de Siria”, que Ayuda a la Iglesia Necesitada distribuirá a las comunidades católicas como muestra la cercanía del Papa “especialmente a las familias que han perdido a alguien a causa de la guerra”.