La Conferencia de Religiosas y Religiosos celebra sus 50 años con una semana de reflexión y formación en torno a la situación actual de la Iglesia en el país y el rol de los consagrados
Con unos 500 religiosas y religiosos, se celebró la Eucaristía presidida por el Administrador Apostólico de Santiago, Celestino Aós, ofm. cap., en el histórico templo de San Francisco en el centro de Santiago. Esta acción de gracias tenía doble motivación: los 50 años que cumple la Conferencia de Religiosas y Religiosos de Chile, CONFERRE, y la celebración anual de la Vida Consagrada el 15 de agosto, fiesta de la Asunción de María. Por ello, en su homilía Aós dijo: “damos gracias por tantas religiosas y religiosos fieles y generosos. Y con todos ellos nos comprometemos en el empeño de buscar la verdad y la justicia, de colaborar para que, a través de nuestras vidas y apostolado, Dios vaya realizando salvación”.
Con esta celebración, culminó una semana de reflexión y formación sobre la actual situación de la Iglesia en Chile y el rol de los consagrados en la búsqueda de justicia y reparación para un renacer de la vida religiosa.
Con el lema “Vida religiosa repara a tu Iglesia”, desde el lunes 12 más de 200 religiosas y religiosos de todo el país participaron en conferencias, trabajos en grupo y talleres sobre cómo enfrentar la actual crisis en camino hacia la reparación, aportando desde lo específico de cada carisma religioso, iluminados por la Palabra de Dios.
Héctor Campos, ofm. Cap., presidente de CONFERRE, evaluó como muy positiva esta experiencia: “Ha sido una presencia bastante numerosa. Esto nos da esperanza y confianza porque en estos días hemos buscado la forma de restaurar nuestra vida. Hemos buscado la forma de seguir colaborando, seguir defendiendo la vida en estos momentos. Ha sido un gran aliento esta semana como celebración de la vida consagrada”.
Una conclusión del trabajo fue el llamado a declarar ‘emergencia climática’ en el país, expresado en una declaración que hicieron pública al término de la Misa en el templo de San Francisco. En ella expresan que “dado que el Papa Francisco nos exhorta a ir más allá de una mera reflexión sobre lo que se necesita hacer, la crisis climática requiere de las consagradas y consagrados un compromiso real y concreto con nuestra hermana madre tierra” y concluyen afirmando: “¡El tiempo apremia! Por ello como Vida Consagrada en Chile, pedimos que se declare emergencia climática”.
Este llamado tiene especial relevancia ya que en diciembre próximo se realizará en Santiago la COP 25, reunión anual de las Naciones Unidas sobre el cambio climático.
“Debemos encontrar los caminos para responder al llamado del Papa para ir a nuevas fronteras. Los religiosos están para eso, con espíritu misionero y disponibilidad para ir fuera. No solo más allá de las fronteras geográficas, sino que ir a esas realidades distintas, difíciles, donde está ausente la Iglesia”, expresa el Asuncionista Julio Navarro, quien fuera presidente de CONFERRE entre 1975 y 1981, entrevistado por la web de la Conferencia.
Asegura que hoy “necesitamos nuevos líderes en la Iglesia, nuevos profetas como hubo en el tiempo del Concilio, de Medellín, de Puebla. Necesitamos religiosos sacerdotes, religiosas, educadores, laicos comprometidos que vayan a esas fronteras de las que habla el Papa hoy. Hacia esos nuevos rostros sufrientes, como los inmigrantes. Todo eso da esperanza de que la iglesia tiene nuevos desafíos y tiene que responder, a través de nuevos líderes o nuevas opciones pastorales que son para el mundo de hoy”.
Navarro recuerda que en los años que fue presidente de CONFERRE “se reflexionaba lo dicho en el documento de la IIª Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Medellín, 1968) y se buscaba cómo aplicar las recomendaciones allí señaladas. Medellín fue una gran toma de conciencia acerca de la realidad de pobreza y de marginación que se vivía en todo el continente, resultado de una injusticia social institucionalizada. Medellín invitaba a toda la Iglesia y a la vida religiosa a un compromiso efectivo con los más pobres y a luchar por la justicia y la promoción humana. Evangelización y promoción humana tienen que ir de la mano, se decía, con palabras del Papa Pablo VI”, afirma.
Julio Navarro, a sus 77 años, concluye indicando que “lo que vive la Iglesia y la vida religiosa actualmente en Chile hay que interpretarlo como un llamado de Dios a la purificación y a la conversión. Se trata de sanar las heridas, aunque el tratamiento sea doloroso. Y se trata de volver a lo esencial de las exigencias evangélicas y de la misión encomendada por el Señor. Necesitamos recobrar una Iglesia y una vida religiosa más humilde, más pobre, más profética, más fraterna, más apostólica, más presente en las diversas periferias de nuestra sociedad”.