Hace más de diez años que algunos amigos de la parroquia de Las Rosas comenzamos a hablar de la necesidad de que el estilo de vida cristiano fuera más allá de los compromisos concretos, de los ratos que, a veces a duras penas, sacamos los laicos para apoyar alguna acción concreta en favor de la justicia, de la caridad o del amor. Comenzamos con el comercio justo, pero fueron surgiendo otras iniciativas, como una experiencia de huerto solidario para facilitar un ingreso estable a uno de los miembros del proyecto que quedó en situación de paro prolongado. Un encuentro con la comunidad de Pan Bendito, dentro de la red de comunidades de Encomun, nos ayudó a profundizar en esa ecología integral que íbamos descubriendo; de ahí nació Cristianismo y Ecología, con sus diálogos entre personas comprometidas con el cuidado del medio ambiente, tanto dentro como fuera de la Iglesia, dado que la conciencia ecológica parecía un magnífico puente de encuentro entre ambos mundos.
La publicación de ‘Laudato si’’ en junio de 2015 constituyó un gran acontecimiento eclesial y vital que nos reforzó en nuestra intuición de que la conciencia ecológica tenía una conexión profunda con el núcleo del mensaje cristiano y nos animó a considerarla en perspectiva de nueva evangelización, empujándonos a su difusión en nuestro entorno. Del empuje y entusiasmo de José Eizaguirre surgió el diseño de un taller de conversión ecológica que trataba de acercar a los diferentes grupos y entidades cristianas la ecología integral de Laudato si’ en aspectos concretos de la vida, y que nos lanzamos a desarrollar en la parroquia de Las Rosas.
Cambio de conciencia
El propio párroco propuso difundir a toda la comunidad esa conciencia ecológica, y así surgió el itinerario de conversión ecológica de la parroquia de Las Rosas. Se puso así en marcha un proceso práctico de cambio y conversión en la parroquia, en el que la ecología pasaba a ser una dimensión más a tratar en los diversos procesos pastorales, y en el que se comenzaban a tomar medidas concretas de sostenibilidad: cambio de suministro de energía eléctrica renovable, reducción en el uso de plásticos, apoyo a un proyecto de huerto urbano en el barrio… Y, finalmente, el apoyo a la constitución de la Comisión Diocesana de Ecología Integral del Arzobispado de Madrid, que nos pareció una magnífica oportunidad para tratar de extender esta experiencia de conversión ecológica/conversión creyente a otros ámbitos e instituciones católicas.
Y en ese proceso, nosotros mismos hemos profundizado en la conciencia de que formamos parte de la naturaleza que nos envuelve y nos da vida. Porque, como repite el Papa en ‘Laudato si’’, “todo está conectado”.