Ya son más de 3.400 hectáreas quemadas y 5.000 personas evacuadas como consecuencia del incendio que está asolando la isla de Gran Canaria. El fuego continúa sin control y los servicios de emergencia ven cómo avanza hacia localidades como Tejeda y Mogán. Y aunque, por suerte, no se hay que lamentar pérdidas personales, son cuantiosos los daños materiales.
De hecho, se da por perdido el Pinar de Tamadaba, una de las joyas medioambientales canarias. A última hora del domingo, se confirmaba, además, que la ermita la localidad de Hornillo de Agaete ha sido pasto de las llamas, aunque se desconoce si han quedado completamente derruida o si hay posibilidad de recuperarla. Se trata de un edificio del mitad del siglo pasado en el que se acogen las ofrendas marianas de esta localidad del norte de la isla.
El obispado, a través de un comunicado publicado en su página web, expresa que “nuestra diócesis se une hoy al dolor y a la pena de tantos hermanos canarios que también pasan a formar parte de ese injusto inventario de hectáreas quemadas”.
Así, la Iglesia local pastoreada por Francisco Cases señala que, no solo se ha pedido en la misa dominical por los afectados, sino que las parroquias de la isla han sido lugar de acogida y acompañamiento a quienes están padeciendo los efectos del fuego: “En la misa había un hombre que ha perdido su trabajo en los montes isleños… y una familia a los que toda su historia fue pasto de las inmisericordes llamas… y una mujer que ha acogido en su casa de Las Palmas de Gran Canaria a unos conocidos de Tejeda”.
Frente a todas estas escenas de dolor, desde esta Iglesia diocesana se hace un llamamiento a no quedarse ahí: “El fuego no puede quemar el mirar al cielo y ver a Dios por encima de la humareda… Se ennegrece el azul pero se ilumina la esperanza”.
En esta misma línea, el mensaje señala que “nuestra diócesis quiere compartir con todos estos momentos de inquietud en la seguridad de que Nuestra Señora del Pino, patrona de aquellos verdes parajes, no dejará que se queme ni la fe, ni la esperanza ni el amor…”.