No es la primera vez que un menor interrumpe al Papa durante una catequesis, pero cada vez que ocurre, Francisco sabe aprovechar la ocasión para hacer pedagogía con estos gestos. Esta mañana, una menor con discapacidad intelectual se subió de forma espontánea al altillo del aula Pablo VI en el transcurso de la audiencia general.
La joven irrumpió en el momento en el que el Papa estaba hablando sobre cómo ha de ser la relación de los discípulos, cuando ella saludó en primer lugar a un guardia suizo y, de inmediato, estrechó la mano a Francisco. En ese momento, el Obispo de Roma hizo un gesto al equipo de seguridad para que la dejaran moverse con libertad. “Déjala tranquila. Dios habla por medio de los niños. Déjala, déjala”. Aunque Francisco no buscaba que se le escuchara, el micrófono recogió su mensaje que fue correspondido con un aplauso por parte de los peregrinos presentes en el auditorio.
A partir de ahí, la niña continúo corriendo y jugando, mientras el Papa desviaba su mirada hacia ella de vez en cuando. Al finalizar el acto, de nuevo Francisco volvió a retomar la anécdota para dar lanzar un mensaje a los presentes.
Responder de corazón
“Todos hemos visto a esta niña tan guapa, es guapa porque es guapa. Y pobre, víctima de una enfermedad y no sabe lo que hace”, reflexionó el Pontífice, que a continuación cuestión a los fieles: “Yo pregunto, y que cada uno responda en su corazón: ¿He rezado por ella al verla? ¿He rezado para que el Señor la sane y cuide? ¿He rezado por sus padres y por su familia?”.
“Siempre, cuando vemos a una persona que sufre, debemos rezar. Que esta situación nos ayude siempre a hacernos esta pregunta: ¿He rezado por esa persona que he visto, que se ve que sufre?”, concluyó el Papa.