La Iglesia católica australiana atraviesa su crisis de credibilidad más fuerte en sus dos siglos de historia, que está afectando a los más de cinco millones de feligreses del país -el 26 por ciento de la población-. De esta encrucijada no son ajenos los obispos locales, que tras conocer el rechazo al recurso de apelación del cardenal George Pell se han pronunciado de inmediato con declaraciones en las que reconocen el desconcierto que viven los feligreses y anuncian que redoblarán su compromiso para luchar contra la pederastia.
Así, el arzobispo de Sidney, Anthony Fisher se ha comprometido a garantizar “que los crímenes pasados nunca se repitan y que los espacios de la Iglesia sean lo más seguros posible para los niños y adultos vulnerables”. Esta ha sido la primera reacción del prelado de la capital de Australia tras conocer la decisión del Tribunal de Victoria que ratifica la condena por abusos sexuales a menores contra Pell.
Apoyo pastoral
Fisher pidió “calma” tras la decisión y confirmó que la Santa Sede no moverá ficha respecto al estatus de Pell hasta que no haya una sentencia definitiva y se agoten todas las vías posibles: “Mientras esperamos escuchar si el proceso legal continuará, buscaré brindar apoyo pastoral a aquellos católicos que han visto cómo se ha puesto a prueba su fe”.
Y es que, el arzobispo es consciente de que “hay muchos en la comunidad católica y más allá a quienes les resultará difícil estar de acuerdo con esta resolución, especialmente aquellos que conocen al cardenal y tendrán dificultades para conciliar este veredicto con el hombre que conocen. Les agradezco por perseverar en la fe, la esperanza y el amor”.
Igualdad ante la ley
Por su parte, el presidente de la Conferencia Episcopal de Australia, el arzobispo Mark Coleridge, subrayó que los obispos creen que todos los australianos deben ser iguales ante la ley y aceptar el juicio de hoy en consecuencia.
“Reconocemos el dolor que han sufrido los maltratados por el clero a través del largo proceso de los juicios y la apelación del cardenal Pell”, considera el prelado, que también admite que el “este juicio es angustioso para muchas personas”.
Corregir los errores
En esta línea se ha pronunciado el arzobispo de Melbourne, Peter Comensoli, e desde la diócesis donde tuvieron lugar los abusos de Pell en los años 90.
“Ninguna palabra de disculpa, aunque siempre es necesaria, será suficiente para corregir el mal hecho a los que han sido maltratados y a los que no fueron escuchados y creídos“, sostiene este prelado que reconoce que “los esfuerzos para reparar el daño hecho, aunque es completamente necesario, no pueden superar el mal perpetrado contra niños inocentes y adultos vulnerables, y el daño experimentado por las familias y las comunidades”.
“Por lo tanto, y mirando hacia el futuro, me corresponde, como su arzobispo, asegurar que nuestra Iglesia local en Melbourne esté inequívocamente comprometida a atender el daño causado, priorizando la dignidad y el cuidado de todos los jóvenes y adultos vulnerables, reconstruyendo la confianza entre nuestra gente, y creando entornos seguros en nuestras comunidades, agencias y organizaciones”, sostiene Comensoli.