Rita Calvo, superiora general de la compañía de María
En uno de los mensajes que he recibido estos días, una de mis hermanas me animaba a “hacer sonar la música callada de la Vida Religiosa femenina”. Somos muchas las mujeres que nos hemos dejado seducir por el Señor y, repartidas por el mundo, somos testigos de esta Presencia que nos habita y plenifica. Insertas, con sencillez y coraje, en lugares que reclaman dignidad, justicia, libertad, paz, sentido… hacemos visible el rostro humano del Padre desde el carisma recibido. Junto a otros y otras, hemos ido descubriendo la mística de la interacción que, además de potenciar nuestras posibilidades, de hacer emerger otras nuevas y de posibilitar una mayor incidencia en la realidad, nos introduce en una dinámica de comunión universal y visibiliza el rostro plural e intercultural de Dios. Creo que por aquí va nuestro aporte evangélico hoy a la Iglesia y al mundo. Eso sí, es necesario que la música que llevamos dentro se escuche, por el bien y enriquecimiento de la comunidad eclesial.
Yvonne Reungoat, superiora general de las Hijas de María Auxiliadora
Hoy, más que nunca, la Iglesia católica necesita una Vida Religiosa femenina totalmente donada y realizada en el amor, que irradie luz, alegría y esperanza en un mundo desorientado y triste. La Iglesia necesita una Vida Religiosa femenina habitada por la misericordia y la compasión, que escuche el clamor de la pobreza y la exclusión social y se incline con amor materno hacia los pequeños y los afligidos para expresarles la ternura de su Señor. Los retos que presentan los signos de los tiempos exigen de la vida religiosa respuestas nuevas, radicadas en una profunda espiritualidad de auténtica comunión, que motive a unir fuerzas y carismas para anunciar concretamente la riqueza de la sinodalidad de la que continuamente nos habla el papa Francisco. Esta apertura, animada por la acción del Espíritu de Dios y la presencia de María, da novedad a las comunidades religiosas y testimonia que su profecía es hoy, y será siempre, vigorosa, fecunda y atractiva para las nuevas generaciones.
Françoise Massy, superiora general de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María
Creo que en la Iglesia hace falta una Vida Religiosa que continúe el hermoso camino que está haciendo, tejiendo redes entre las miles de congregaciones que somos, tan diversas por nuestros carismas y por nuestros tipos de presencia en el mundo, pero buscando juntas formas de sembrar esperanza profética. Una Vida Religiosa transparente, que sepa reconocer sus propias fragilidades y asuma su humanidad. Que cuide la calidad de su relación con Dios y sea testigo de que, apoyados en la fe, es posible vivir los valores que muchos anhelan. Una vida religiosa que desarrolle sus contactos con la gente, ofreciendo lo que ella misma lucha por vivir en sus comunidades: escuchar, acompañar, sanar, perdonar y reconciliar. Una vida religiosa que sepa resistir a las tentaciones del éxito, del poder y del dinero, para contribuir con los seglares a salir del clericalismo y sus desastrosas consecuencias. Que en el contexto de nuestro mundo globalizado-fragmentado, contribuya a crear una cultura del encuentro y de la inclusión.
Luigia Coccia, superiora general de las misioneras combonianas
Como mujeres, creo que podemos llevar nuestro ser muy cercano y sensible a la realidad a la CIVCSVA. Como mujeres llevaremos esa humanidad a la que estamos particularmente apegadas. Como misionera comboniana, llevaré nuestro corazón y nuestros ojos abiertos al mundo, y también nuestra larga historia de búsqueda de comunión con otras congregaciones. Desde el principio, quizás debido a la ‘catolicidad’ del Plan de Daniel Comboni, hemos tratado de ampliar nuestra pertenencia a la vida religiosa. Agradezco al Papa el valor y la fuerza para iniciar procesos en lugar de ocupar espacios. Además, este nombramiento es un paso más en el proceso que alienta a la Iglesia a encontrarse de nuevo como Cristo la creó. Y en este proceso, intentaremos dar lo mejor de nosotras mismas. Estamos abriendo una brecha en un foro tradicionalmente masculino. Es una novedad absoluta para nosotras. Es un viaje sin precedentes, y lo haremos juntos, con confianza y esperanza.