El arzobispo Paul Richard Gallagher, responsable de las relaciones con los Estados del Vaticano, ha participado en una mesa redonda en la edición de 2019 del Meeting de Rímini dedicada al camino que ha seguido Europa en los últimos años. El diplomático de la Secretaría de Estado, en su intervención, reivindicó el proyecto europeo y los compromisos de deberes impuesto por los fundadores convencidos de que “para salvar la libertad hay que salvar la paz”, dijo citando a Alcide de Gasperi.
Por ello, señaló como “tarea primordial de todos” salvar en el actual contexto “los pilares sobre los que construir el proyecto de unificación europea: la defensa de la libertad, la promoción de la justicia y la construcción de la paz”. Para lo que “el deber de solidaridad” se convierte en “premisa indispensable para lograr otros bienes, porque sin ella el otro siempre quedará de alguna manera ajeno, un competidor y por lo tanto alguien a quien luchar y dominar. La solidaridad era el antídoto contra la opresión y el compromiso tiránico, vivido como un deber fundamental, que habría evitado la reaparición de las premisas que habían llevado a la guerra mundial”, añadió.
Gallagher denunció que a esto se opone la fragmentación o el crecimiento de la soledad y el individualismo. “El debilitamiento del sentido del deber y la progresiva subjetivación de los derechos ha debilitado, por tanto, la esencia misma del proyecto europeo”, añadió citando “las numerosas crisis que han afectado al continente: desde la cuestión financiera, que ha puesto a prueba al euro, hasta el resultado del referéndum británico, que de alguna manera ha puesto en tela de juicio la cohesión de todo el proyecto europeo; desde la cuestión de las migraciones, que ha puesto de manifiesto las importantes fracturas que existen entre los Estados miembros de la Unión Europea, así como el problema de la identidad religiosa y cultural en un continente cada vez más descristianizado, hasta el avance del populismo y de los sentimientos antieuropeos que han puesto de manifiesto una desconexión desde hace mucho tiempo entre el ideal de una Europa unida y los pueblos que la componen”.
Respecto a las migraciones, recordó que “las personas tienen nombres, rostros, que describen su identidad más íntima y profunda, su relación con el misterio infinito de Dios”, señaló aludiendo al tema del Meeting. “Comunidad es una palabra clave en Europa, porque el proyecto europeo surge con la idea de dar vida a una comunidad de pueblos que aceptan estar vinculados por deberes mutuos”, sentenció.
Deberes que se traducen en “el de la solidaridad humana con la persona necesitada, en el sufrimiento y, a menudo, en el peligro”. “Es un deber que nos concierne a cada uno de nosotros antes que a los Estados y a los gobiernos, es el abc de la caridad cristiana”, clamó.