Los obispos venezolanos están hartos. Así se desprende del comunicado hecho público por la cúpula de la Conferencia Episcopal de Venezuela en el que denuncian la existencia de una estrategia para “denigrar la institución y socavar la credibilidad en el Papa Francisco, creando dudas al hacer ver que su magisterio y acciones quedan marcados por no escoger adecuadamente a sus colaboradores”.
El texto es de tal dureza -no suele ser habitual que un Episcopado se pronuncie en tales términos, sin usar circunloquios- que llegan a apuntar directamente a “determinados grupos” dentro de la Iglesia a los que tachan de romper a través de “medios denigrantes” con “las exigencias éticas que deben relucir en cualquier creyente”.
“Quienes así actúan, desde prolongadas posiciones de bienestar y privilegio, pretenden desautorizar a quien ha señalado con claridad que el empobrecimiento de las mayorías y la destrucción de la casa común hunde sus raices en una economía desbordada y carente de humanidad”, sentencian la Conferencia Episcopal de Venezuela
Es a la conclusión a la que llegan al desmontar una campaña dirigida para tirar por tierra al sacerdote del país con mayor rango en la Santa Sede: Edgar Peña Parra. En el documento, los prelados salen en defensa del actual sustituto de Secretaría de Estado de Venezuela ante lo que consideran “afirmaciones calumniosas” e “infundios” sobre “una persona ampliamente conocida y apreciada” dentro y fuera de los círculos eclesiales, así como “en los lugares donde ha presentado su servicio diplomático”.
Como suele ser habitual ante los constantes ataques dirigidos hacia el Papa y su entorno desde ámbitos intraeclesiales, la Santa Sede prefiere guardar silencio. Frente a ello, la Iglesia local a la que pertenece Peña Parra da un paso al frente para lanzar “un aval sobre su persona y su servicio a la Iglesia”. Pero, sobre todo, según se lee en el comunicado, para acabar con un complot que
Así, en el escrito, que encabeza el presidente de los obispos, José Luis Azuaje, se desmiente toda denuncia lanzada contra el diplomático vaticano, constatando que “algunos señalamientos no coinciden ni en fechas, ni en presencia física donde dicen que ocurrieron los hechos”. Además, se expresa que dichas acusaciones han causado “sorpresa y malestar al mundo católico de la arquidiócesis de Maracaibo”, su lugar de origen.
Por eso, como Conferencia Episcopal, hacen un llamamiento “a que se investigue y aclare, con pruebas contundentes y no simplemente con afirmaciones sin pruebas, cualquier hecho que perjudique la dignidad del ser humano y a la Iglesia corno servidora de la humanidad”.
Frente a este clima de división, los obispos venezolanos proponen acabar con “las diferencias desde el diálogo, a través de la cultura del encuentro”, además de “recurrir a la oración sincera, a la misericordia que comparte las luces y sombras”.
Por último, en el texto ratifican su adhesión al Papa, y se suman a él “en el dolor que hiere, pero no doblega, ante el anuncio gozoso del Evangelio y el coraje de asumir las reformas que permitan tener una solvencia moral mayor a quien ha tornado en serio los desafíos para superarlos”.