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El año en el que Viganò vivió peligrosamente: anatomía de un escándalo

  • El ex nuncio en Estados Unidos pidió la renuncia de Francisco acusándole de ser cómplice de McCarrick
  • Su carta fue un misil en el momento más complicado: con el Papa pidiendo perdón por los abusos en Dublín
  • En estos doce meses ha publicado más críticas contra Bergoglio, aunque mantiene oculto su paradero





Hace ahora un año, la Iglesia se veía devastada por un terremoto de alta maginitud. En pleno viaje de Francisco a Irlanda para presidir el Encuentro Mundial de las Familias (en el que hizo una histórica petición de perdón en la misa de clausura), el dolor por la pederastia clerical estaba a flor de piel, y mucho más con el transfondo del informe presentado días antes en las diócesis de Pensilvania, en el que la Iglesia estadounidense reconocía su culpabilidad y silencio cómplice en cientos de casos.

En ese momento de máxima tensión llegó el dardo definitivo: el que fuera nuncio en Estados Unidos con Benedicto XVI, Carlo Maria Viganò, filtró una carta en la que acusaba a Bergoglio de respaldar durante cinco años al que fuera cardenal arzobispo de Washington, Theodore McCarrick, al que, precisamente, el Papa había sancionado un mes antes retirándole el capelo por estar envuelto en varios casos de abusos sexuales… Meses después, este sería incluso apartado del sacerdocio.

Once folios de descalificaciones

La carta de Viganò, de once folios, era un ataque frontal a Francisco, al que llegaba incluso a exigirle la renuncia como sucesor de Pedro. Y es que las acusaciones eran más que graves: entre otras, el diplomático italiano sostenía que estaba al tanto de la situación de McCarrick porque él mismo le informó en un encuentro en junio de 2013, detallándole cómo “corrompió a generaciones de seminaristas y sacerdotes”. Una cita tras la cual, según él, nada cambió…

A un año vista, ya pocos dudan de que la carta de Viganó (difundida, como otras posteriores, a través de los mismos medios eclesiales, en Estados Unidos, Italia y España) formó parte de una estrategia orquestada por la oposición eclesial a Francisco y su pontificado, con el fin de forzar su renuncia y conseguir que el pontífice saliente del siguiente cónclave dé marcha atrás a la reforma impulsada por Bergoglio.

En paradero desconocido

A sus 78 años, se desconoce el paradero de Carlo Maria Viganò, quien, en estos doce meses, ha vuelto a difundir varias acusaciones más contra el Papa, aunque siempre sin rebelar desde dónde las emite… Todo ello, presuntamente, “por cuestiones de seguridad”. Un triste colofón a la carrera eclesial de quien llegó a liderar importantes misiones diplomáticas en destinos como Irak, Gran Bretaña o Estrasburgo, hasta que, en 2009, fue nombrado por Ratzinger secretario general del Governatorato de la Santa Sede.

En 2012, Benedicto XVI le envió como nuncio a Estados Unidos, algo que a Viganò le costó aceptar, denunciando que se le había impedido llevar a cabo la reforma en la gestión financiera que pretendía. En enero de 2016 presentó al Papa, ya Francisco, su preceptiva renuncia por edad, al cumplir los 75 años. Significativamente, esta le fue aceptada en una plazo bastante breve, apenas tres meses después.

En todo este tiempo, cada vez que Viganò ha aparecido en la palestra mediática, ha sido para atacar a Francisco. Su última arremetida ha sido a raíz del Sínodo sobre la Amazonía, considerando que, en los ‘lineamenta’, “la figura de Cristo está ausente”.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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