Quedan apenas unos meses para que, el 12 de enero de 2020, se cumplan 10 años del terremoto que devastó Haití, arrasando escuelas, hogares… y miles de vidas. Pero ese día, entre tanta desolación y miradas vacías levantando la vista al cielo en busca de un Dios que sentían más lejano que nunca, también se sembraron muchas semillas de esperanza.
Varias de ellas las plantó el padre Fredy Elie, sacerdote paúl. Un mes después de ese 12 de enero de 2010, este sacerdote local fue destinado a Carrefour, una localidad colindante a la capital, Puerto Príncipe, y cercana a Leogane, epicentro del seísmo, destruida en un 80%. Lo primero que hizo fue llegar hasta un campamento de refugiados situado en terreno del expresidente y crear allí una capilla. “Todos pensaban que estaba loco cuando lo propuse, pero al final se implicaron y salió adelante”, cuenta a Vida Nueva.
Una comunidad muy viva
Fue así como nació la Comunidad del Sagrado Corazón de Caradeux, cuyo templo se compuso en esos primeros meses de un suelo de lona, palos de madera y un techo de contrachapado. Allí –Vida Nueva fue testigo de ello–, la misa del domingo tenía una dimensión especial. Actuando como eje vertebrador en medio de una población que vivía en tiendas de campaña, la misa era el gran momento de encuentro de todos. El clima de alegría y profundidad con que se vivía la celebración –en la que dominaban los bailes y la música, con tambores, batería, guitarras eléctricas y saxos– se complementaba a la perfección con lo que sucedía el resto de la semana en la capilla.
Además, el templo también era la escuela en la que se formaban 220 chavales del campamento (la mayoría de los niños eran huérfanos o abandonados por sus padres), en un proyecto que el padre Fredy bautizó como ‘Niños de esperanza’, contando con su propio coro. La iniciativa contó con la implicación de unas 20 madres, que organizaban rifas, loterías y todo tipo de iniciativas para recaudar dinero. Sin olvidar la esencia familiar… Cada domingo, después de misa, comían unas 80 personas en casa de madame Frank, una vecina que mantuvo su casa tras el terremoto.
Han publicado varios discos
Una década después, la esencia de esa acción fraterna sigue latiendo a pleno pulmón. ‘Niños de esperanza’ no solo sigue, sino que su coro ha dado paso a un grupo que ha publicado varios discos… Uno de sus referentes es Esnel Augustin. Con solo siete años, tras morir su padre y ser abandonado por su madre, quedó como un vagabundo. Fue entonces cuando el padre Fredy conoció a este habitual en las paleas callejeras y los robos, llegando incluso a participar en la violación de una chica: “Hablé muy duro con él y entendió que no podía seguir por ese camino. Desde entonces, su cambio fue radical”.
En todos estos años, Esnel pasó de su gesto taciturno a no parar de sonreír un solo momento. Al fin, pudo ser un niño. Y hoy ya es todo un proyecto de hombre… El orgullo del padre Fredy: “La paciencia fue la clave para llegar a salvar su vida. Él mismo dice que iba a desaparecer ya de la vida si no me hubiera encontrado. Con la música también se siente capaz de algo y lo está haciendo bien. Después del saxo, practica ahora con la guitara. Es el musico principal de las misas y toca también de vez en cuando en las fiestas patronales de otras parroquias. Todo eso le ayuda a tener su autoestima alta y a avanzar por el camino del cambio”.
Y es que, como concluye el padre Fredy, “¡vale la pena seguir, vale la pena luchar!”.