La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) urgió a un cambio de paradigmas en el mundo ante la devastación que prevalece en la Amazonía, zona ecológica protegida que en las últimas semanas ha sufrido a causa de los incendios forestales.
En una carta firmada por el arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social; el obispo Auxiliar de Guadalajara, Engelberto Polino Sánchez, responsable de la Dimensión del Cuidado Integral de la Creación, y el obispo Prelado del Nayar, Jesús González Hernández, responsable de la Dimensión de Pueblos Originarios y Afromexicanos, los obispos de México denunciaron que el tipo de paradigmas que predominan en el mundo, en particular “el que ahora estamos viviendo de consumo y de descarte, nos ha llevado a cosificar la tierra, a abusar de ella”.
Una fuerte preocupación
En el documento, los obispos se unieron al dolor por la devastación de la Amazonía, “uno de los pulmones de la Madre Tierra”, al tiempo que manifestaron su preocupación por la vida de las comunidades que tejen su historia en esos territorios que han habitado desde tiempos antiguos.
“Ahí están sus ancestros, ahí moran en el descanso de Dios, en estos territorios se han construido como comunidad, han crecido como seres humanos, han realizado su experiencia de Dios, han construido comunidad y han constituido sus procesos organizativos”, señalan.
Asimismo –continúan– ahí han vivido “en armonía con todo lo que habitan, ya que les fue heredado por sus ancestros y ahora están en peligro por esta lamentable tragedia, y con ella su vida. Los pueblos amazónicos, como señala el Instrumento de trabajo del Sínodo, ‘Somos parte de la naturaleza. Somos agua, aire y tierra, vida creada por Dios’; naturaleza que hoy está siendo aniquilada”.
Asumir el compromiso con seriedad
Los obispos recordaron que en la encíclica Laudato Sí’, “esta hermana (Tierra) clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”, consecuencia de ello, es la tragedia que vive este bioma del planeta.
Por lo anterior, los obispos de México alzaron su voz: “y la unimos a la de muchos hermanos y hermanas que sienten en su corazón el dolor y muerte en nuestra ‘Casa común y altar del compartir humano’ para pedir a las Entidades Políticas Internacionales y a aquellos gobiernos que tienen en sus manos la solución para combatir estos incendios que lo hagan de manera urgente, pues está en riesgo la vida de todos los seres vivos que la habitan, y el futuro de las generaciones”.
Finalmente, hicieron un llamado a unir esfuerzos en el compromiso, ya que el desastre en la Amazonía “nos recuerda que nuestro territorio está en peligro, ya que en nuestra Casa Común todo está interconectado. Es urgente que en el consenso de las naciones se tomen decisiones que corrijan las actitudes egoístas y destructivas emergidas del modelo económico tecnocrático, pero que también cada uno de los habitantes de esta Casa Común asumamos con seriedad compromisos y prácticas que protejan el medio ambiente”.