El papa Francisco considera que la liturgia es “el lugar privilegiado en el que la santidad de Dios nos llama a ella con su belleza, su verdad y su bondad”. Esta realidad se produce de forma particular en la Eucaristía, en la que “el Espíritu Santo nos hace entrar en el misterio pascual, donándonos el paso con Cristo de la muerte a la vida y haciéndonos así partícipes de la vida divina que, al ser acogida, transfigura todo nuestro ser mortal”.
En un mensaje a monseñor Claudio Maniago, obispo de la diócesis italiana de Castellaneta y presidente del Centro de Acción Litúrgica, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, envió los saludos del Pontífice a los participantes en la 70 Semana Litúrgica Nacional que se desarrolla del 26 al 29 de agosto en Messina. Esta iniciativa, destacó el ‘número dos’ de la jerarquía vaticana, sirve para “conocer y profundizar el camino de renovación litúrgica querido desde el Concilio Vaticano II”.
Santificación a los participantes
Parolin recordó cómo la santidad está ligada con la liturgia y recuperó varias citas del Papa sobre esta cuestión, como cuando dijo que “la liturgia está viva en razón de la presencia viva del Él, que muriendo destruyó la muerte y resucitando nos devolvió a nosotros la vida”. También rememoró la insistencia de los padres conciliares sobre el hecho de que la liturgia, “en el momento en el que celebra la santidad, santifica a todos los que participan en ella y de este modo glorifica el Nombre santo e inefable. La santidad escuchada y celebrada en la liturgia muestra la trascendencia de Dios”.
En su misiva, el secretario de Estado subrayó el “papel insustituible de la liturgia en y para la Iglesia” y cómo será “auténtica”, es decir, con capacidad para “formar y transformar a los que en ella participan”, si los pastores y laicos “aprenden cada vez mejor a entender su significado y el lenguaje simbólico, incluido el arte, el canto y la música al servicio del misterio celebrado, incluido también el silencio”.