El responsable de la Comisión de Migraciones del Episcopado estadounidense, el obispo Joe S. Vásquez, de Austin (Texas), se ha unido a las muchas voces que han condenado la medida del presidente Donald J. Trump por la que se podrá detener indefinidamente a los niños inmigrantes detenidos junto a su familia en la frontera. Para estos menores, el pastor vaticina en un comunicado unas “consecuencias desgarradoras”.
Con la nueva norma de la Administración republicana se rompe con la legislación vigente desde 1997, conocida como el Acuerdo Flores, por la que se establecía un plazo máximo de 20 días de detención, poniéndose el énfasis en la garantía de la seguridad y el cuidado de los menores, por considerarlos un colectivo especialmente vulnerable.
Citando al papa Francisco, el obispo Vásquez ha recordado “los niños son el grupo más vulnerable entre los migrantes”, por lo que será responsabilidad de la administración federal el que “se eludan las obligaciones existentes” a la hora de ofrecer la “protección básica” para estos menores.
“Esta regla –lamenta el pastor– pondrá en peligro el bienestar y el trato humano de los niños inmigrantes bajo custodia federal y repercutirá en los que sufran consecuencias duraderas al ser retenidos por períodos prolongados”.
En definitiva, elevándose en altavoz de la Iglesia estadounidense, Vásquez concluye que “nos oponemos a esta regla que creemos que es ilegal e inhumana”.
Pero no es solo la comunidad creyente la que se opone a esta medida… Hasta 19 estados, más el Distrito de Columbia, han demandado a la Administración federal por derogar el Acuerdo Flores. Está por ver si, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, es un juez el que deja en el limbo la última andanada de Trump contra los esenciales derechos humanos.