‘La alegría de vivir y transmitir el Evangelio’ es el título de la XXXV ‘Gogoeta Astea’, una semana de reflexión y oración que se desarrolla en Loyola hasta el próximo 30 de agosto. Una iniciativa que, tras 35 años, sigue siendo la única a nivel interdiocesano que se hace de manera íntegra en euskera.
Ángel María Unzueta, exvicario general de la diócesis de Bilbao, ha sido el encargado de abrir las jornadas con una ponencia en la que ha reflexionado acerca de qué puede hacer cada cristiano para transmitir la verdadera alegría del Evangelio, haciendo además una lectura de lo que la Iglesia está haciendo en este sentido, y de cómo ha cambiado la situación el pontificado de Francisco.
PREGUNTA.- ¿Tiene que recuperar la Iglesia la alegría del Evangelio?
RESPUESTA.- Las jornadas están girando mucho en torno a ‘Evangelii gaudium’. Mi ponencia la titulé siguiendo la secuencia del Espíritu Santo. En castellano es “brisa en las horas de fuego”, en euskera decimos “aire fresco tras el bochorno”. Y es que creo que la irrupción del papa Francisco y su mensaje en la Iglesia está siendo una suave brisa después del bochorno.
P.- ¿En qué sentido?
R.- Sobre todo, en la recuperación de la eclesiología del pueblo de Dios, de la sinodalidad, la participación… En el hecho de haya remarcado que todos, por igual, somos discípulos misioneros, así como la importancia de la dimensión social del Evangelio, con especial atención a los pobres. Al Papa hay dos palabras que le caracterizan, alegría y misericordia, y su pontificado una recuperación clarísima de los primeros años del post-concilio y del papa Pablo VI.
P.- No todo el mundo se ha mostrado a favor de ese “aire fresco” que es Francisco
R.- Hay un libro de Karl Rahner, que escribió con motivo del Sínodo de las Diócesis alemanas en el año 1972 y que se llama ‘Cambio estructural de la Iglesia’. En él, una de las cosas que dice es que, a veces, viendo quiénes y cómo se oponen a las renovaciones y a los cambios, es un indicador de que la cosa va por buen camino. Esto también tiene otra cosa positiva, y es que Francisco permite esa libertad de expresión. Si quienes se oponen así al Papa actual se hubieran opuesto a papas anteriores, a saber qué habría pasado.
P.- Sin embargo, parece que este pontificado llega en un momento delicado para la Iglesia. ¿Se debe contemplar este periodo también con alegría, teniendo en cuenta situaciones como los abusos?
R.- Con esperanza, al menos. Lo primero que hay que hacer es reconocer lo que existe. Pero, si entristece y ensombrece, también tenemos que saber cómo afrontarlo. En primer lugar, acercándonos y escuchando a las víctimas, en los casos de abusos, y actuando siempre con misericordia, incluso con quienes han cometido esos actos tan deleznables. Ante los problemas que tiene ahora mismo la Iglesia podemos tomar de ejemplo a tantas personas que llevan a sus espaldas grandes penas, pero que sin embargo tienen esa alegría y esa esperanza de fondo de saber que en nuestra pasta humana se mueve Dios.