Miles de chilenos peregrinan al santuario de santa Rosa de Lima

Una tradición de más de 130 años, congrega anualmente a cientos de miles de devotos en un santuario de Santa Rosa, el día de la fiesta, a 125 kilómetros al sur de Santiago

Miles de chilenos peregrinan al santuario de santa Rosa de Lima

El día 30 de agosto, unas 200 mil personas, llegaron al santuario de Santa Rosa en el poblado de Pelequén, al sur de Santiago, cuya población estable apenas pasa los 3 mil habitantes. Otros varios miles han pasado los días anteriores, y otros más continuarán haciéndolo los días siguientes.

A las 9 de la mañana expusieron la imagen de Santa Rosa de Lima en el patio del Santuario, desde donde fue llevada en procesión al interior del templo a las 15:30 h. después de la Misa principal presidida por el obispo Fernando Ramos, administrador apostólico de Rancagua, a las 11 horas.

Ramos señaló que esta devoción es una expresión de una fe que busca cauces concretos para su relación con Dios. “Los santos son personas concretas que vivieron como nosotros, y que de -alguna forma extraordinaria- pudieron representar en su vida terrena su gran comunión con Dios. En lo que dijeron, en lo que hicieron y en como actuaron, reflejaron la presencia de Dios en sus vidas. Por eso, la gente quiere a los santos, los ve como personas muy unidas a Dios y son sus intercesores”.

Una santa milagrosa

Santa Rosa fue una mística relacionada con la orden dominica, nacida en la ciudad de Lima (en el entonces Virreinato del Perú) el 20 de abril de 1586. Murió a los 31 años, de tuberculosis, en agosto de 1617, con gran prestigio de santidad y de ser milagrosa. En 1671, el Papa Clemente X la canonizó, siendo la primera americana en recibir este reconocimiento.

El relato mejor aceptado de cómo llegó esta devoción a Pelequén dice que después de la guerra entre la Confederación Perú-boliviana y Chile, entre 1837 y 1839, un oficial chileno regresó con un joven peruano quien traía en un arcón la imagen milagrosa de santa Rosa de Lima, una pequeña figura de madera vestida con los colores blanco y negro del hábito dominico y con rosas que adornan su manto.

Durante el viaje de regreso, sufrieron un accidente que obligó al joven peruano a hospedarse en casa de una familia, en Pelequén. Allí, con la dueña de casa, pidieron a la imagen de la santa por su recuperación, lo que ocurrió al día siguiente. Era 1840. La noticia corrió entre los vecinos que fueron a conocer la imagen, a quien imploraron diversos favores. Recuperado, el peruano se fue, pero dejó su imagen, a la que construyeron una gruta donde acudieron más personas a pedir favores y a pagar mandas, por lo que poco tiempo después las autoridades eclesiásticas establecieron como lugar de veneración a Santa Rosa en Pelequén. ​

“Siempre me ha concedido lo pedido”

El arzobispo de Santiago, erige Pelequén como vice parroquia y ordena que la imagen de la santa se instale en el nuevo templo recién construido. El 30 de agosto de 1881 se cumple esta orden en una fiesta con gran participación y fervor popular. Así se formó también el pueblo de Pelequén en torno a este templo.

Cada año, el 30 de agosto, este tranquilo pueblo se transforma en polo de llegada para miles de peregrinos que vienen desde todo el país, muchos caminando por varios kilómetros, para agradecer favores, orar por sus intenciones, pagar mandas y celebrar a la santa en el día de su fiesta.

Ana María Ahumada vive 200 kilómetros al sur de Pelequén. Desde hace 30 años viene a Pelequén para entrar de rodillas al templo. “Es algo especial que he cumplido porque el favor que yo le he pedido siempre me lo ha concedido, por eso yo vengo a pagarle de rodillas lo que ella ha hecho por mí. Ella me lo ha hecho con tanta fe y me ayudado en mi salud y la de mi marido”, dijo Ana María.

La celebración se extiende por una semana. El día 30 se celebran Misas cada una hora y los otros días a las 10:00, 12:00 y 16:00 horas.

La multitud es también un atractivo para comerciantes que se instalan en locales dispuestos por la Municipalidad a lo largo de las calles circundantes al templo. La oración y la devoción se complementan con la fiesta, que incluye diversas expresiones artísticas y bailes folklóricos.

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