Cuando saludó al Papa por primera vez en Roma nada más ser elegido arzobispo de Rabat, Francisco le dijo en tono jocoso: “A usted le nombré estudiando bien quién era, pero sin ponerle cara. Cuando ya vi su foto en la revista Vida Nueva, me quedé más tranquilo”. Aquella broma inicial fue el punto de partida de un ejercicio de confianza que se vio reforzado a través del viaje papal a Marruecos el pasado mes de marzo, en el que este misionero salesiano no solo ejerció de anfitrión desde un punto de vista formal, sino que organizó personalmente cada una de las estaciones de la peregrinación de Jorge Mario Bergoglio en un país que Cristóbal López Romero conoce al dedillo.
PREGUNTA.- Tras un año y medio como arzobispo, ahora cambia el rojo por el púrpura. ¿Cómo interpreta la velocidad de movimientos de Francisco?
RESPUESTA.- He pensado y me asaltan cuatro interpretaciones. En primer término, el Papa quiere reforzar el diálogo interreligioso y este nombramiento es un pequeño gesto más. En este sentido se enmarcan también los nombres de Michael Louis Fitzgerald, que ejerció como prefecto de la Congregación para el Diálogo Interreligioso, y el de Miguel Ángel Ayuso, actual prefecto. En segundo lugar, el Papa ha conocido esta Iglesia y quiere hacerla visible. Pese a que seamos pequeños, somos significativos y quiere ponernos en el candelero para que otras Iglesias vean lo que aquí hacemos y vivimos, y quién sabe si tomar alguna enseñanza de nuestra experiencia.
Una tercera lectura es enviarnos un mensaje de ánimo y aprobación por nuestro trabajo con todas las personas que se encuentran en situación de migración. La cuarta interpretación, quizá en clave más diplomática, es un guiño hacia el pueblo marroquí que le mostró el país y que está trabajando en la difusión de un islam abierto y dialogante.
P.- Pero algo habrá visto también en su persona…
R.- Le conté algún chiste cuando estuvo en Marruecos y le caí en gracia. No me conocía tampoco demasiado, porque solo lo saludé al nombrarme obispo y luego durante el viaje. Fuera de bromas, no hay absolutamente nada en relación a mi persona, porque soy un obispo novato y el conocimiento que tiene de mí es mínimo e indirecto. Este nombramiento, y siento repetirme, es por ser arzobispo de Rabat. Antes, cuando eras obispo de una diócesis grande, sabías que acabarías siendo cardenal, porque eran sedes cardenalicias. Pues ahora el Papa ha roto esa tradición y ha hecho a Rabat sede cardenalicia para sacar a la luz a una Iglesia que trabaja escondida pero sin descanso.
P.- Estarán contentos sus hermanos salesianos con esta noticia…
R.- Me han escrito muchos. Y todavía sigo contestando correos electrónicos y mensajes de WhatsApp. La verdad es que es una alegría para la congregación. Si este nombramiento es de algún modo a mi persona, yo lo traslado a la congregación, porque yo soy un hijo de Don Bosco. Me he formado en casas salesianas desde que tengo ocho años, pues no salí de allí hasta hace un año y medio que vine aquí para ser arzobispo de Rabat. Cualquier gloria personal hay que redireccionarla hacia la congregación.
P.- Por último, ¿que quiere aportar usted a la Iglesia? ¿Con qué Iglesia sueña?
R.- Sueño con la única Iglesia que existe: la de Jesucristo. Y quiero aportar mi vivencia del Evangelio de la forma más auténtica posible, porque yo no soy quién para marcar líneas. La Iglesia de la que habla Francisco a mí me entusiasma, es mi Iglesia, por eso, solo puedo colaborar con él para que se haga realidad de la mejor forma posible. Una Iglesia pobre para los pobres es a la que yo me “apunté” cuando profesé, una Iglesia samaritana. En otras palabras, suscribo con entusiasmo la exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium’, que es el documento programático del pontificado. Caminemos juntos hacia ese ideal, que no es otro que el Evangelio. Por algo he elegido como lema episcopal Venga a nosotros tu reino, Señor. El Reino de paz, justicia, libertad, vida, verdad y amor. Yo solo soy un colaborador del Papa…