España

España, pulmón del Colegio de cardenales de Francisco





Como si se hubiera impuesto una ley, desde su elección en 2013 como sucesor de Pedro, Francisco ha celebrado un consistorio para la creación de nuevos cardenales cada año. El primero tuvo lugar el 22 de febrero de 2014; en él encumbró a la dignidad cardenalicia a 19 prelados; entre ellos, al secretario de Estado, Pietro Parolin, y al emérito español Fernando Sebastián. Menos de un año después, la cifra de elegidos se elevó a 20, dos de los cuales eran nacidos en España: el presidente de la CEE, Ricardo Blázquez, y el navarro José Luis Lacunza, obispo de David (Panamá).

En el turno de trece nuevos purpurados nombrados el 19 de noviembre del 2016 se encontraba el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. El 28 de junio de 2017, de los cinco que recibieron la púrpura, uno fue Juan José Omella, arzobispo de Barcelona. Exactamente un año después, en vísperas de la festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, el número de españoles se duplicó con los nombres de Luis Francisco Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el claretiano Aquilino Bocos, ya octogenario.

Y así llegamos al sexto consistorio de este pontificado (Benedicto XVI, en ocho años, solo celebró cinco). El próximo 5 de octubre recibirán el anillo y el capelo cardenalicio 13 candidatos, diez de ellos electores y tres que ya han superado los 80 años, edad que les incapacita para participar en un eventual cónclave. El Colegio cardenalicio contará a partir de esa fecha con 227 miembros, la cifra más alta de su historia milenaria.

Máximo histórico

Es el momento de reseñar que, Francisco ha escogido a dos españoles para que figuren en el antes llamado Sacro Colegio: el comboniano Miguel Ángel Ayuso, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, y el arzobispo de Rabat (Marruecos), el salesiano Cristóbal López Romero.

Con estos dos nuevos nombres, España suma ocho electores en un futurible cónclave, una cifra que se sitúa en su máximo histórico. Además, España se consolida como potencia púrpura al ser el único país que ha obtenido birretas en todos los consistorios del Papa.

El consistorio anunciado por Jorge Mario Bergoglio el domingo 1 de septiembre, después de la oración del ángelus, es quizás el menos esperado respecto a los anteriores y el más bergogliano, es decir, el que mejor responde a las características y planes del Papa actual.

Los prohombres del diálogo interreligioso

El nombramiento cardenalicio de Miguel Ángel Ayuso estaba “cantado” desde que, el 25 de mayo de este año, fue nombrado presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, como sucesor del llorado cardenal Jean-Louis Tauran, fallecido en 2018; había sido nombrado secretario del citado consejo por Benedicto XVI en 2012.

Uno de sus mayores “éxitos” (si la expresión es tomada en el mejor de los sentidos) fue la visita de Su Santidad a los Emiratos Árabes Unidos (del 3 al 5 de febrero de este año), que Ayuso pudo preparar a conciencia gracias a la colaboración del príncipe heredero, Mohamed bin Zayed Al Nahyan. El momento central de dicho viaje fue, el 4 de febrero, la firma en el Founder’s Memorial de Abu Dhabi del Documento sobre la Fraternidad humana y la paz mundial, sellado por el Papa y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayyeb.

Otro momento importante de ese acercamiento entre la Iglesia católica y el mundo musulmán fue el viaje de Francisco al reino de Marruecos, llevado a cabo los días 30 y 31 del pasado mes de marzo. En la preparación de la visita jugó un papel de primer orden el arzobispo de Rabat, Cristóbal López Romero (a quien el Papa había nombrado titular de dicha diócesis el 29 de diciembre de 2017). El primer sorprendido por este nombramiento fue este salesiano nacido el 19 de mayo de 1952 en Vélez-Rubio (Almería).

En lo que sí se parece este consistorio a los cinco precedentes del actual pontificado es en el sigilo con el que se ha llevado. Ninguno de los que iba a ser nombrado el 1 de septiembre desde el balcón al que se asoma a la Plaza de San Pedro había sido informado previamente. A Bergoglio le gustan las sorpresas, sobre todo cuando son tan positivas como la que hemos comentado en esta crónica.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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