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Y Francisco abrazó a los niños sin hogar de Mozambique…





Uno de los momentos más especiales del papa Francisco ayer, 5 de septiembre, en Maputo, la capital de Mozambique, se dio en su visita al Centro Mateus 25, que, tras un amplio trabajo de reforma, ha sido inaugurado por el mismísimo Pontífice. El hogar es una iniciativa de la nunciatura papal que impulsó en su día nuncio en el país, el venezolano Edgar Peña Parra, hoy Sustituto en la Secretaría de Estado vaticana, y que involucra a diferentes comunidades presentes en la región para atender a niños desfavorecidos.

El religioso somasco español Pedro Antonio López Ruiz fue uno de los testigos privilegiados de un momento en el que se desbordó la alegría. “El ambiente en la calle –relata a Vida Nueva– fue enorme, con multitudes que estaban muy animadas, elevando al paso del Papa cantos religiosos, tradicionales y, en definitiva, festivos, pues con ellos expresan su esperanza. También han sido un claro reflejo de que Francisco es alguien muy valorado y querido aquí”.

Todo se desbordó

“En teoría –reconoce el misionero– era una visita privada, pero se ha visto desbordada por la afluencia de tantas personas. Cuando el papamóvil entró en el recinto, que aquí es mítico, se bajó y saludó a los niños, que cantaban, bailaban danzas y le ofrecían flores. Después, el Santo Padre estuvo con los organizadores y entró en la capilla, donde rezó una sencilla oración. Al salir, estuvo con niños con diferentes discapacidades, varios de ellos en silla de ruedas. Luego ofreció a todos un breve discurso, en el que buscó ofrecernos su ánimo. Al marcharse, le regalaron un cuadro, que él bendijo”.

El propio Pedro Antonio pudo saludar al Papa y al presidente mozambiqueño, Filipe J. Nyusi, al que le contó que los religiosos somascos también han puesto en marcha su propio Centro Mateus 25 en Beira. “Si quiere un centro bonito como este –le dijo el mandatario entre risas–, basta con que me invite”.

Jóvenes comprometidos

El Mateus 25 de Beira, por cierto, está en buena parte impulsado por un grupo de jóvenes voluntarios que, en su día, fueron chicos abandonados que vagaban por las calles y que encontraron un hogar junto a los religiosos que les acogieron, ofreciéndoles comida, atención sanitaria y una formación. Hoy, los llamados Jóvenes Somascos son un pilar que regala esa misma oportunidad a decenas de niños y adolescentes que atraviesan esa situación de desamparo.

Como recalca Pedro Antonio, ese espíritu es el mismo que fluye en el Mateus 25 de Maputo: “Es un proyecto para niños, niñas, jóvenes y adolescentes de la calle, víctimas de una situación de gran abandono; a veces, por la propia pobreza, y otras, por los conflictos internos que se dan en las familias”.

Escasez de escuelas

Entre las muchas lacras que padece Mozambique, destaca “la escasez de escuelas”, incapaces de atender a todos en un país en el que el 60% de su población es joven. De ahí que, como concluye el misionero, su acción con los chicos atendidos sea esencial: “Primero se va a lo básico: a que coman y a que tengan una atención sanitaria, pues este es un ámbito de muchas dependencias, como las que hay por el alcohol y la droga. Lo siguiente es la apuesta por la formación, siendo la de la zona muy escasa y pobre, no teniendo la mayoría acceso a estudios técnicos que les puedan ayudar a obtener mañana para un empleo. Tratamos de cubrir ese espacio con estudios de primaria, secundaria, técnicos y, cuando es posible, universitarios”.

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