El Papa reclama un Madagascar libre de “corrupción y especulación” para lograr “la promoción integral de los pobres”

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El Papa comenzó su segunda jornada en Antananarivo, capital de Madagascar, con un encuentro personal con el presidente del país, Andry Rajoelina, en el Palacio de Lavoloha. Tras esta audiencia privada, el Papa se reunió con representantes de la sociedad civil de este país africano en el Ceremony Bulinding. Allí, Francisco elogió el esfuerzo de todos por mantener “la estabilidad y la paz” del país desde la alternancia democrática. Desde ahí, clamó a las autoridades de uno de los veinte países más pobres del mundo para “luchar con fuerza y determinación contra todas las formas endémicas de corrupción y especulación que aumenta la disparidad social”.

En el marco de su cuarto viaje a África, les planteó la urgencia de “enfrentar las situaciones de gran precariedad y exclusión que producen siempre condiciones de pobreza inhumana” desde una “promoción integral de todos los habitantes especialmente de los más pobres” que vaya más allá del asistencialismo. Para ello, propuso el “reconocimiento en cuanto sujetos de derecho llamados a la plena participación en la construcción de su futuro”. No hay que olvidar que el 80% de los habitantes de esta isla paradisiaca vive con menos de dos dólares al día y la electricidad solo llega al 15% de los hogares.

Espíritu de compartir

Es más, el Papa instó a la población del país a hacer realidad los principios recogidos en la Constitución, tales como “el espíritu de compartir, de ayuda mutua y de solidaridad”, además de “la amistad y la buena voluntad entre los hombres y con la naturaleza”.  No se trata de un mensaje gratuito, sobre todo teniendo en cuenta que, desde que Madagascar se independizó en 1960, los levantamientos militares, la violencia y la corrupción que ha vaciado las arcas del Estado se han convertido en una constante de su reciente historia.

Parafraseando al jesuita Antonio de Padua Rahajarizafy, hizo un llamamiento al cuidado de la “riqueza natural” de Madagascar.  “No puede haber un planteamiento ecológico real y un trabajo concreto de salvaguardar el medio ambiente sin la integración de una justicia social que otorgue el derecho al destino común de los bienes de la tierra para las generaciones actuales, así como las futuras”, defendió el Papa al subrayar la biodiversidad vegetal y animal de una nación que se ve amenazada “por la deforestación excesiva en beneficio de unos pocos”.

“Su degradación compromete el futuro del país y el de nuestra casa común”, dijo el Papa, que enumeró los principales ataques sufridos recientemente como “los incendios forestales, la caza furtiva, la tala desenfrenada de árboles de maderas preciosas”.

Ante esta situación, el pontífice también se dirigió a la comunidad internacional para evitar una nueva colonización “que menosprecie, menoscabe y suprima el patrimonio cultural de cada pueblo”. “La globalización económica, cuyos límites son cada vez más obvios, no debería generar una homogeneización cultural”, advirtió Francisco, que llamó al pueblo malgache a ser “artesano de su destino”.

Como gesto del trabajo común de la Iglesia y de las autoridades de Madagascar en favor de la protección de la casa común, el Papa Francisco y el presidente malgache plantaron juntos un árbol baobab, símbolo de la rica biodiversidad del país.

¿Un país olvidado?

Por su parte, el presidente de Madagascar expresó que se vive en el país “un día de bendición” por su presencia, a la vez que recordó el viaje realizado por Juan Pablo II hace tres décadas. “Madagascar no es un país olvidado”, reivindicó Andry Rajoelina.

“Los malgaches se han apoderado de su destino y hoy está surgiendo un nuevo día en Madagascar”, se mostró orgulloso sobre el actual periodo de estabilidad política, además de destacar que el pueblo malgache posee “una ferviente fe”.

 

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