En su edición de hoy L’ Express de Madagascar, el más influyente de los periódicos de este país, subrayaba la dignidad y al mismo tiempo la sobriedad con la que el pueblo malgache ha recibido al Papa. Su rival “MidiMadagasikara” destacaba, por su parte, que para recibir a Francisco las gentes de este país muy dividido habían acentuado su “comunión de espíritus”. Comparto la opinión de tan autorizados colegas.
Entre el joven presidente de la República de Madagascar y el Santo Padre nació una afectuosa relación cuando Andry Rajoelina visitó el 26 de abril de 2013 a Jorge Mario Bergoglio un mes después de su elección como Sucesor de Pedro.
Memoria del corazón
“Recuerdo ese día como si fuera ayer – dijo Rajoelina en sus palabra de saludo – fue un instante memorable, grabado en mi corazón. Forma parte de esos momentos únicos en los que he forjado mi fuerza a lo largo de estos años pasados hasta hoy en mis responsabilidades de jefe de Estado”.
El Papa le ha respondido con un discurso diáfano en el que destacó la “positiva alternancia democrática que demuestra el respeto por la complementariedad de estilos y proyectos” sin dejar de transmitirles su aliento “a luchar con fuerza y determinación contra todas las formas endémicas de corrupción y especulación que aumentan la disparidad social y a enfrentar las situaciones de gran precariedad y exclusión que producen siempre condiciones de pobreza inhumana”. Madagascar, en efecto , sigue siendo uno de los países más pobres del mundo; el 50 por ciento de su población sufre una malnutrición crónica y un millón de niños son explotados laboral y sexualmente.
Peligro de deforestación
Pero el autor de la encíclica “Laudato si’”no podía obviar el problema del medio ambiente en una nación como Madagascar muy rica en biodiversidad vegetal y animal pero “semejante riqueza- dijo- se encuentra particularmente en peligro por la deforestación excesiva en beneficio de unos pocos ; su degradación compromete el futuro del país y de nuestra casa común…la biodiversidad está en peligro por el contrabando y las exportaciones ilegales”.
No dejó sin embargo de señalar que “no puede haber un planteamiento ecológico real sin la integración de una justicia social que otorgue el derecho al destino común de los bienes de la tierra para las generaciones actuales , así como las futuras”.