En la audiencia general que celebró este miércoles en la plaza de San Pedro del Vaticano, el papa Francisco recordó el viaje que concluyó ayer a tres países africanos, Mozambique, Madagascar y Mauricio. Agradeció a las autoridades civiles y eclesiásticas su acogida y aseguró que, con su visita, trató de llevar a las poblaciones de estas naciones el Evangelio, que consideró la “más fuerte levadura de fraternidad, de libertad, de justicia y de paz”.
La primera etapa de su segunda gira por el África subsahariana, después de la que realizó en 2015 por Kenia, Uganda y República Centroafricana, fue en tierras mozambiqueñas, en las que trató de difundir la “semilla de esperanza, paz y reconciliación” después de las dificultades afrontadas por este país debido a la guerra civil. En los últimos meses, además, ha sufrido dos ciclones “que han causado daños muy graves”.
La Iglesia católica “sigue acompañando el proceso de paz”, dijo el Pontífice, destacando, a continuación, la contribución al desarrollo que ofrecen iniciativas como el hospital de Zimpeto, situado a las afueras de la capital, Maputo, e impulsado por la Comunidad de Sant’Egidio. La visita a Mozambique culminó con la misa celebrada en un estadio, donde resonó el mensaje evangélico de que “la semilla de la verdadera revolución, la del amor, apaga la violencia y genera fraternidad”.
La segunda etapa del viaje fue Madagascar, “un país rico de belleza y recursos naturales, pero marcado por la pobreza”. Jorge Mario Bergoglio auspició que los malgaches “puedan superar las adversidades y construir un futuro de desarrollo conjugando el respeto por el medio ambiente y la justicia social”.
Destacó de su estancia en Madagascar su visita a la Ciudad de la Amistad de Akamasoa, fundada por el misionero argentino Pedro Opeka, y donde “se intenta unir trabajo, dignidad, cuidado de los más pobres y educación para los niños”.
Francisco explicó finalmente que viajó a Mauricio, una “conocida meta turística” en la que solo pasó unas ocho horas, por tratarse de un “lugar de integración entre diversas etnias y culturas”. En su discurso a las autoridades del país, las animó a que se esfuercen por “armonizar las diferencias en un proyecto común”, animándolas además a cultivar “la capacidad de acogida y el esfuerzo por mantener y desarrollar la vida democrática”.