El papa Francisco ha recibido en audiencia en el Vaticano hoy, 12 de septiembre, a los obispos ordenados el año pasado, que se encuentran en Roma en el curso de formación organizado por la Congregación para los Obispos y la Congregación para las Iglesias Orientales. Entre ellos se encuentran el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas; el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo; el obispo de Guadix, Francisco Jesús Orozco; el obispo auxiliar de Bilbao, Joseba Segura, y el obispo auxiliar de Cartagena, Sebastián Chico Martínez.
Francisco ha aprovechado este encuentro con los nuevos prelados para recalcar la importancia de que no olviden que “la cercanía a Dios es la fuente del ministerio del obispo”. Una proximidad que no se puede transmitir “sin experimentarla todos los días, sin dejarse contagiar por su ternura”. “Sin Jesús, viene la desconfianza de que no se completará su obra”, ha continuado el Papa, “sin Él, tarde o temprano, uno se desliza en la melancolía pesimista de quienes dicen: ‘todo es malo”.
Asimismo, Francisco ha subrayado que de esta cercanía a Dios nace la cercanía a su pueblo. “Al estar cerca del Dios de la proximidad, crecemos en la conciencia de que nuestra identidad consiste en acercarnos”, algo que no es “una obligación externa, sino un requisito interno de la lógica del regalo”. Y es que “a Jesús le encanta acercarse a sus hermanos a través de nosotros, a través de nuestras manos abiertas que acarician y consuelan; de nuestras palabras, pronunciadas para ungir el mundo del Evangelio”.
Francisco ha señalado, además, que depende del obispo que “nadie sienta a Dios tan distante que lo tome como pretexto para levantar muros, derribar puentes y sembrar el odio”. La cercanía de un obispo no es “retórica” ni se compone de “proclamas autorreferenciales, sino de disponibilidad real”, por lo que “hay que estar preparados” para que Dios “altere nuestra agenda”.
“Acérquense, manténgase en contacto con las personas”, ha animado el Papa a los prelados, pidiéndoles, además, que le pierdan el “miedo al contacto con la realidad”. “Estar cerca de la gente es confiar en que la gracia que Dios derrama fielmente, y de la cual somos canales incluso a través de las cruces que llevamos”, ha apostillado.
Por otra parte, ha apuntado también la importancia de permanecer cerca de los más pobres, para lo que la sobriedad es fundamental. “Hacer una vida simple es ser testigo de que Jesús es suficiente para nosotros y que el tesoro del que queremos rodearnos está constituido más bien por aquellos que, en su pobreza, nos recuerdan y lo representan nuevamente: no abstractos pobres, datos y categorías sociales, sino personas concretas, cuya dignidad se nos ha confiado como sus padres”.
“Necesitamos obispos capaces de sentir el latido de sus comunidades y sus sacerdotes, pastores que no estén satisfechos con presencias formales, reuniones de mesa o diálogos circunstanciales”, ha dicho, alentándoles a hacer más visitas pastorales a las parroquias y a ser “apóstoles de la escucha, que saben escuchar incluso lo que no es agradable de escuchar”. Además, Francisco ha pedido que no olviden a los sacerdotes, quienes “están expuestos a los elementos de un mundo que, a pesar de estar cansado de la oscuridad, no evita la hostilidad a la luz”.