“Hoy, aunque demasiadas desigualdades y divisiones amenazan la paz, nos sentimos llamados a ser artesanos del diálogo, promotores de la reconciliación, constructores pacientes de una civilización del encuentro, que preserva nuestros tiempos de la incivilidad de la confrontación”.
Esta fue el deseo compartido que esta mañana hizo el papa Francisco ante los obispos católicos orientales de Europa, reunidos en Roma con motivo del encuentro anual organizado por el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), a los que recibió en audiencia en el Salón del Consistorio del Palacio Apostólico”.
Francisco comenzó su alocución recordando su reciente viaje apostólico a Rumanía, donde presidió la beatificación de siete obispos mártires de la Iglesia greco-católica rumana. “Fue una oportunidad para mostrar cuán agradecida está toda la Iglesia católica y el Sucesor de Pedro por el testimonio de fidelidad a la comunión con el Obispo de Roma, ofrecido muchas veces en la historia, a veces hasta el derramamiento de sangre”, le dijo.
“Dar esperanza a todos”
Y por ello, prosiguió, “mientras que muchos son tragados por la espiral de violencia, por el círculo vicioso de reclamos y continuas acusaciones mutuas, el Señor nos quiere sembradores del Evangelio del amor”, de tal manera que, “en la familia cristiana, sean aquellos los que, mirando al ‘Dios de todo consuelo’ (Cor1,3), se comprometen a sanar las heridas del pasado, a superar prejuicios y divisiones, a dar esperanza a todos caminando junto a hermanos y hermanas no católicos”.
“Caminando juntos –añadió–, haciendo algo juntos por los demás y por nuestro hogar común, redescubrimos, en el corazón de nuestra catolicidad, el antiguo significado atribuido a la sede romana, llamada a ‘presidir la caridad de toda la Iglesia’ (S. Carta a los romanos, prólogo)”.
Finalmente, el Papa indicó que cuando habitemos “el único Cielo al que estamos llamados”, en él el Señor “no nos pedirá cuentas de cuáles y cuántos territorios han permanecido bajo nuestra jurisdicción, ni de cómo hemos contribuido al desarrollo de nuestras identidades nacionales. Nos preguntará cuánto hemos podido amar a nuestro prójimo, a cada vecino, y anunciar el Evangelio de salvación a aquellos que hemos conocido en los caminos de la vida”.
“Con las personas de nuestro tiempo”
Esta misma mañana, Francisco recibió también en audiencia a los miembros de la Comunidad de Abraham, con motivo del 30º aniversario de su fundación, y a los que exhortó a “caminar juntos con las personas de nuestro tiempo, escuchar lo que llevan en sus corazones, para ofrecerles, con nuestras vidas, la respuesta más creíble, es decir, la que proviene de Dios”.
Asimismo, en una intensa mañana en la que también recibió al cardenal Marc Oullet, prefecto de la Congregación para los Obispos, el Papa tuvo palabras de afecto y reconocimiento a los miembros de la Policía penitenciaria, administración penitenciaria y personal de justicia juvenil y comunitaria, a los que agradeció su entrega “porque su trabajo está oculto, a menudo es difícil y no muy satisfactorio, pero esencial”.
“Gracias –añadió– por todas las veces que vives tu servicio no solo como una vigilancia necesaria, sino como un apoyo para aquellos que son débiles. Sé que no es fácil, pero cuando, además de ser custodios de seguridad, eres una presencia cercana para aquellos que han caído en las redes del mal, se convierten en constructores del futuro”.