“No habrá estabilidad y desarrollo en Europa si no lo hay en Africa. Todo está conectado”. Con esta contundencia comenzó su intervención el presidente de República Centroafricana, Faustin-Archange Touaderà, en el Encuentro por La Paz de Sant’Egidio que se celebra hasta el martes en Madrid.
Ovacionado en varias ocasiones, no solo llamó a “renovar el lazo esencial entre Africa y Europa”, sino que alzó la voz a favor del desarme, reivindicó el acceso universal a la salud y reclamó la abolición de la pena de muerte como eslabones para lograr la paz. “Lo que ha hecho Europa hoy lo sueña África. Una paz sin fronteras no es un hermoso título sino una hermosa perspectiva hacia dónde mirar”, expresó Touaderà.
La guerra es evitable
“La paz nos necesita a todos. La guerra y la violencia no son un destino inevitable”, clamó desde su experiencia en primera persona: “La paz es una negociación sin fin en el que las razones de cada uno deben al bien común”. En esta misma línea señaló que “construir una casa que necesita siempre un mantenimiento porque de lo contrario quedaría a merced del viento”.
El presidente de República Centroafricana, con el cardenal Carlos Osoro
“La República Centroafricana es una casa en la que han entrado muchas armas, por eso ahora vamos a poner en marcha un programa de desarme”, anunció el líder político que subrayó cómo “la sangre de los nuestros derramado injustamente nos urge a que no se repita en la posteridad”.
El fin de las hostilidades
Touaderà reconoció que el proceso de reconciliación no es sencillo: “El hilo de la esperanza al que nos aferramos nunca se rompió”, admitió y expresó: “¿Quién podría pensar que la visita del Papa a nuestro país podría propiciar el fin de las hostilidades?”.
En su alocución también recordó que “no habrá ecología integral sin paz, no habrá paz sin ecología integral”. De la misma manera, explicó que “en un país habrá paz si hay acceso a la salud para todos los ciudadanos”.
Superviviente del Holocausto
Junto al presidente centroafricano, también tomó la palabra el rabino jefe de Tel Aviv, Israel Meir Lau. “Aquí se habla de la paz. Pero antes de la paz, tiene que haber diálogo”, comentó tras ofrecer su testimonio como superviviente del Holocausto: “Cuando se ve y se vive el horror, hay que preguntarse: ¿dónde estamos?”.
El rabino recordó que tenía dos años cuando estalló la Segunda Guerra Mundial: “Cuando tenía cinco años me separaron de mi padre y con siete, de mi madre. Hasta que tuve ocho años, me pegaban y me dejaban morir de hambre y de frío. Soñaba con comer una patata. Solo me preguntaba: ¿por qué? ¿Qué crimen cometí? ¿Qué hice mal?”.
La responsabilidad de las religiones
Por último, el metropolita ortodoxo del Patriarcado de Moscú, Hilarión, realizó una firme condena de la “escalada de violencia que se esconde tras eslóganes religiosos”. “El nivel de profanación es tal que los terroristas atacan durante la celebración en las Iglesias. Su espíritu no es el espíritu de Dios”, lamentó Hilarión.
El metropolita Hilarión, en el Encuentro por la Paz
“Si queremos cambiar las circunstancias externas, tenemos que cambiarnos a nosotros mismos”, comentó en relación a la llamada a la paz. “Los líderes religiosos tienen la responsabilidad de educar a sus fieles en un espíritu respetuoso al resto de confesiones“, dejó caer. De la misma manera pidió “esfuerzos específicos” para evitar “una nueva guerra mundial”.
“¿Cómo puede ser el islam una religión terrorista cuando nuestro saludo es ‘la paz contigo’?”, se preguntó el rector de la Universidad de Al Azhar, Mohammad Al-Mahrasawi. Al-Mahrasawi explicó que los textos del Corán “invitan a arraigar la paz ilimitada en la tierra, porque Dios mismo quiso llamarse paz”. Con esta premisa, explicó cómo esa paz ilimitada requiere cuatro pasos: la paz con uno mismo, la paz con el otro, la paz con la comunidad y la paz con el mundo.
