Alejandro Solalinde no habla con circunloquios ni se anda con paños calientes. Lo ha demostrado hoy, durante su participación en una mesa redonda sobre migración dentro del Encuentro por la Paz promovido por la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid. “Les invito a ser creativos en favor de los migrantes, tenemos que apoyar iniciativas antisistema, hacer travesuras para transgredir los muros y las barreras. Luchemos contra lo que no puede ser normal y humano, lo que es ‘anti nosotros’”, expresó el sacerdote mexicano, coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana Pacífico Sur del Episcopado Mexicano.
“Con Trump, que es el hombre más poderoso de la tierra y representante de los poderes fácticos capitalistas, estamos viendo como nacen leyes ‘innovadoras’, está inventando constantemente. Ante esto tenemos que responder siendo traviesos”, subrayó Solalinde.
El sacerdote dijo ser consciente de que “a lo mejor ahora no podemos cambiar estructuras, pero sí podemos aprovechar coyunturas”. “En nuestro caso, con el nuevo Gobierno mexicano, que sí quiere comprometerse con los Derechos Humanos. Ahí la Iglesia y las ongs tenemos que guiarles y animarles para que reaccionen y nosotros lo estamos haciendo en México”, añadió.
“Tenemos que ir más allá de criterios racistas y discriminatorios que llevan a la aporofobia”, comentó el sacerdote, que apostó por mirar la migración “desde el amor de Dios y las enseñanzas de Jesús”. “Hay que entender de veras el significado de la migración. No hay que entender qué son las migraciones, sino qué es esta migración global”, planteó, a la vez que que lamentó que se mire desde los ojos de “las ideologías y de los liberales capitalistas que tienen unas lentes que les impiden ver a las personas, les impiden ver con amor”.
“Se trata de una cuestión compleja porque es sistémico, azuzado por el sistema capitalista y por una decadencia moral y espiritual”, relató. Para él, “los movimientos migratorios son la única forma de enfrentar físicamente al capitalismo. Pueden hacerlo porque es un invento autónomo, con vida propia que nadie puede detener. La migración no se puede controlar, pero sí se puede orientar”.
Es más, Solalinde considera que la migración “es un signo general, el principal signo de nuestro tiempo que nos habla de la dignidad de la persona, es una renovación cultural, moral y espiritual. Es un nuevo humanismo postcapitalista, es una vuelta a la fe común, sin membretes, sin marcas”. Para él, los migrantes no solo “denuncian la destrucción de una vida que no es para ellos ni para nadie, también anuncian algo nuevo, nos cuestionan, nos sacuden, nos llaman a ser libres, a no tener miedo, a desacatar leyes injustas con la creatividad”.
La intervención del misionero mexicano arrancó los aplausos del auditorio que le escuchaba en el Círculo de Bellas Artes cuando subrayó que “yo nunca hablo de migrantes ilegales, porque no hay nadie ilegal, sino de irregulares. Hay que reconocer al migrante como sujeto”.