Consejera de Estado de la Ciudad del Vaticano. Mujer. La primera. Se pregunta por qué siempre es la única. Alessandra Smerilli, profesora de Economía Política en la Pontificia Facultad de Educación Auxilium, abrió el pasado 4 de septiembre el 36º Curso de Formación en Doctrina Social de la Iglesia organizado por la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española. Es consultora económica del Papa y hasta del Gobierno italiano, en donde intenta hacer visible que la economía debe estar al servicio de las personas.
PREGUNTA.- Su voz como economista es escuchada dentro y fuera de la Iglesia. ¿Se siente respetada en un mundo de hombres?
RESPUESTA.- Debo decir que me siento muy respetada e interpelada. Lo que veo es que alrededor mío hay muy pocas mujeres, por no decir que casi siempre soy la única, y no puedo evitar preguntarme por qué. ¿Es que las mujeres no se acercan a esta institución? Porque no creo que no haya mujeres competentes. Es necesario que la Iglesia trabaje más en descubrir los muchos talentos que hay en las mujeres.
P.- El Papa le ha concedido un papel protagonista al nombrarla consejera de Estado de la Ciudad del Vaticano…
R.- Para mí ha sido una sorpresa. El primer nombramiento que recibí del Vaticano fue en febrero, para el Pontificio Consejo de la Cultura. Pero la verdadera sorpresa fue el nombramiento como consejera de Estado, porque es la primera vez que se le da a una mujer este cargo. Cuando ha llegado el nombramiento como consultora de la Secretaría General del Sínodo ha sido una sorpresa, ante la que solo puedo expresar mi gratitud y la sensación de responsabilidad, porque se comienzan a abrir las puertas a las mujeres. El cómo actuemos a partir de este momento sentará las bases de si podremos seguir o no. Por eso está la responsabilidad de hacer las cosas bien, para que otras puedan continuar.
P.- Sin duda, es pionera…
R.- Sí, y esto me hace tener bastante miedo. Al mismo tiempo quisiera que nos evaluasen por competencias y que el hecho de ser hombre o mujer no sea determinante. Por otra parte, creo que debe haber una parte femenina y otra masculina, porque tenemos puntos de vista distintos. Dios ha entregado la tierra a hombres y mujeres, y hombres y mujeres debemos custodiarla.
