España

El alcalde de Madrid: “Hay que incluir al migrante, no recluirlo”





El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, quiere que el centro de la ciudad “sea la persona. Sobre la persona deben girar todas las personas y nadie se puede quedar atrás, nadie puede estar descuidado”. Fue el propósito lanzado por el regidor de la capital española esta tarde en el transcurso de la mesa redonda “Vivir juntos en la ciudad”, en el marco del Encuentro por la Paz promovido por la Comunidad de Sant’Egidio. Junto a él, intervinieron el vicealcalde de Sarajevo y la alcaldesa de Gdansk, amén del cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro.

“Gracias a la mediación de nuestro pastor para que esta jornada se pudiera acoger en Madrid”, comenzó su intervención Martínez Almeida, que planteó la necesidad de promover valores. “No queremos valores discutibles, sino valores universales que nos incluyen a todos, sea cual sea nuestra forma de pensar o nuestra convicción religiosa”.

Contra el supremacismo

De la misma manera condenó todo intento de gobernar las ciudades con discursos “supremacistas”.  “En esta ciudad se valora enormemente la convivencia, que hay que cuidarla en el día a día”, comentó Martínez Almeida, que se lamentó de los disturbios que se han producido recientemente en la capital “que buscan aislar a quien viene de lugares diferentes o tiene ideas distintas”.

“Es necesario que al que viene de fuera le facilitemos la inclusión, tenemos que generar políticas sociales y culturales en la que se pueda ver reconocida, no podemos ceder a la tentación de verle diferente ni que se sienta recluido”, sentenció.

En defensa de la familia

El regidor madrileño reclamó la necesidad de tener unas reglas de convivencia básicos para evitar “comportamientos antisociales o incívicos que pueden acabar degenerando en problemas de seguridad y en la generación de enemigos y culpabilizaciones”.

También reivindicó a la familia “como célula básica de la sociedad y correa de transmisión de los valores” fomentando políticas de conciliación como promover las escuelas infantiles gratuitas,  contar con programas “para cuidar a los cuidadores” o para combatir la soledad.

Para finalizar su intervención, Martínez Almeida reivindicó el papel de Kike Figaredo, “el obispo español de las sillas de rueda” en Camboya. “Habrá paz en el mundo cuando seamos capaz de desminar nuestros corazones”, parafraseó el alcalde para señalar que esa es la clave para lograr “una paz sin fronteras”.

Conocimiento mutuo

Para el vicealcalde de Sarajevo, Milan Trivic, el secreto de la convivencia entre religiones en la misma ciudad nace del “conocimiento mutuo del otro, de saber de tu vecino”. “No se trata de vivir uno al lado del otro, sino junto al otro. Google sabe más de todos nosotros, que lo que nosotros sabemos de los demás”, reflexionó Trivic.

“El mayor valor social de Bosnia es la tradición de la convivencia”, comentó, a la vez que explicó que las guerras que ha sufrido el país ha sido fruto de que “los muros se han levantado demasiado y hemos olvidado nuestra tradición. El principio de la mano abierta y la mano cerrada se han ido alternando”.

Pequeños gestos

Aleksandra Dulkiewicz, alcaldesa de Gdansk, defendió la necesidad de promover “gestos pequeños de reconciliación para construir la paz en las ciudades”, sobre todo, teniendo en cuenta que fue en esta localidad polaca donde arrancó hace 80 años la II Guerra Mundial.

Además, hay que tener en cuenta que Dulkiewicz asumió el cargo después de que el anterior regidor, Pawel Adamowicz, fuera asesinado el pasado mes de enero después de una campaña de acoso mediático: “Fue una víctima del discurso de odio de nuestro país contra el migrante y contra el coletivo LGTBI+, un discurso que está aceptado por el Gobierno polaco y por los medios públicos de comunicación”.

La urbe de la dignidad

“Tras un mes de tregua, yo he vuelto a ser víctima de este discurso del odio. Ahora estamos en ambiente electoral y el ambiente está calentito. El partido en el Gobierno lo está fomentando y yo me pregunto: ¿cuál será la consecuencia de todo esto?”, cuestionó. A renglón seguido, respondió: “Mientras yo sea alcaldesa de Gdansk, no cambiaré mi proyecto de construir una ciudad que defienda la dignidad humana. Si crees en esa dignidad, no te puedes comportar como el Ejecutivo polaco”.

“Independientemente de lo que diga el actual Gobierno polaco, hay inmigrantes. No se puede ignorar el fenómeno migratorio. Y nosotros estamos felices de tener migrantes en nuestra ciudad, porque empodera a nuestra ciudad, la enriquece”, denunció la alcaldesa, que lamentó que todavía haya la tentación de “no acoger a otras religiones o a otros colores de piel”.

Acoger o discriminar

“Más pronto o más tarde tendremos que responder como país en materia de acogida, porque somos miembros de la Unión Europea, y tenemos una política de puertas abiertas”, señaló Dulkiewicz: “En cada decisión que tomemos como alcalde, tenemos que tener en cuenta nos ayuda a acoger o a discriminar”.

Tras los regidores, tomaron la palabra el obispo francés Michel Santier y el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. Osoro llamó a ser “ciudadanos del cielo aquí en la tierra, siendo servidores de los demás”. Para ello llamó a los católicos a aplicar con sus vecinos la parábola del Buen Samaritano y tomar medidas concretas que promuevan un nuevo estilo de vida y otro  sistema educativo.

Con la mirada en el futuro

“El futuro del mundo se llama ciudad”, sentenció el moderador de la mesa, Mario Marazzatti. Portavoz de la Comunidad de Sant’Egidio, apuntó cómo todavía estamos a tiempo de pensar cómo queremos construir las ciudades de forma que podamos vivir juntos. De lo contrario, la mitad de los ciudadanos del mundo vivirán en ciudades que crecerán al azar y serán inhabitables”.

Mazarratti llamó a acabar con los “muros físicos y psicológicos” e instó a las Iglesias a “aprender a vivir en el mundo secular y espacio neutro”.  “Tenemos grandes oportunidades, pero también grandes riesgos”, advirtió.

Compartir
Noticias relacionadas










El Podcast de Vida Nueva