España

El cardenal Bassetti: “La crisis migratoria no se resuelve solo rescatando naúfragos”





El presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Gualterio Bassetti, está convencido de que “si no trabajamos decididamente por la paz, no podemos llamarnos discípulos de Jesús”. Al menos así lo expresó durante la mesa redonda “Mediterráneo, cohabitación posible”, en el marco del Encuentro por la Paz organizado por la Comunidad de Sant’Egidio que se celebra hasta mañana en Madrid.

Para el arzobispo de Peruggia, “nosotros no somos los dueños del mundo y de la historia, nos han responsabilizado de cuidar el universo y el futuro”.

Cuna de la paz

“El Mediterráneo puede y deber ser la cuna de la paz en todo el mundo”, sostuvo el cardenal italiano que se detuvo en el fenómeno migratorio para constatar que “no se puede resolver solo con recoger a los náufragos o crear corredores humanitarios, necesitamos algo más profundo, en el que se implique todo el mundo”.

“El Mediterráneo es un espacio físico y social, pero también tiene gran relevancia en la historia de Europa, pero va más allá. ¿No deberíamos hablar de EuroÁfrica?”, planteó el purpurado que recordó como se trata de un lugar que “contiene miles de joyas y miles de realidades”.

Cuna de la paz

Jesús de Nazaret nació en el Mediterráneo”, recordó Bassetti, una premisa que le sirvió para recordar cómo “frente a los católicos autorreferenciales, que solo miran para sí mismos, y que se encierran a sí mismos con muros, nos encontramos con un desafío que debemos afrontar entre todos”.

Fruto de esta reflexión, Bassetti ha promovido un encuentro en Bari sobre la convivencia en el Mediterráneo en el que participará el Papa. “Francisco me ha dicho: ‘Quiero que me hagáis propuestas concretas, no discursos’”, subrayó.

El mar de los monoteísmos

El presidente de la Comunidad de Sant’Egidio, Marco Impagliazo, ejerció de moderador de la mesa, subrayando cómo “el Mediterráneo es el mar de los tres monoteísmos: judaísmo, cristianismo e Islam. Es complejidad que es imposible reducir”.

Durante su intervención, el rabio jefe de Turquía Isak Havele, planteó la urgencia de que los pueblos del Mediterráneo cultiven “la empatía educando a las generaciones venideras, con una educación humanista desde el entendimiento, la paz y el amor”. “Todos somos responsables de lograr una convivencia pacifista desde una justicia moral y material de las personas”, defendió. 

Coexistencia posible

“Sí, absolutamente sí. No solo es posible coexistencia pacífica en el Mediterráneo sino que es necesaria e inevitable”, señaló en un perfecto castellano, haciendo hincapié en el compromiso que deben asumir las diferentes confesiones: “Los líderes religiosos debemos alentar a nuestros correligionarios para que no caigan en el abismo de la indiferencia y la desesperación”.

El arzobispo emérito de Argelia, Henri Teissier, recordó el martirio de los 19 religiosos entre 1993 y 1996, entre ellos, dos agustinas misioneras españolas. “No nos detengamos solo en estos sacrificios del nuestros hermanos católicos, sino en los miles de argelinos que fueron víctimas de esta crisis, eran nuestros amigos”, reflexionó el prelado, que repasó los hitos del trabajo de los responsables de las diferentes religiones para promover una convivencia pacífica.

Religión manipulada

“Para el desaliento de muchos creyentes, la religión está cada vez más manipulada desde lo político reavivando por ejemplo odios ancestrales entre las comunidades”, manifestó durante su alocución en profesor de la Universidad Americana de Beirut, Tarek Mitri.

Mitri instó a apostar por una “conciencia real y no una mera cohabitación” en el Mediterráneo. “Es cierto que ha habido muchas tentativas prometedoras de cooperación, pero hoy por hoy parecen decepcionantes”, planteó, admitiendo que “en lugar de acercar a las personas, parece hoy un mar de división”.

Odios ancestrales

“Para el desaliento de muchos creyentes, la religión está cada vez más manipulada desde lo político reavivando por ejemplo odios ancestrales entre las comunidades”, manifestó durante su alocución en profesor de la Universidad Americana de Beirut, Tarek Mitri.

Mitri instó a apostar por una “conciencia real y no una mera cohabitación” en el Mediterráneo. “Es cierto que ha habido muchas tentativas prometedoras de cooperación, pero hoy por hoy parecen decepcionantes”, planteó, admitiendo que “en lugar de acercar a las personas, parece hoy un mar de división”.

Más allá de lo comercial

“Hemos pasado de una cultura de cooperación entre vecinos a un comportamiento propia de una isla, reduciendo las relaciones con el mundo islámico a lo meramente comercial”, denunció, deteniéndose en los flujos migratorios, el populismo y la violencia: “Es imposible valorar el impacto del terrorismo internacional en nuestras vidas”. 

Tras este análisis, comentó que “la actual crisis en las relaciones del Mediterráneo hacen disparar los miedos. Hace falta profundizar en el diálogo sobre los valores compartidos”.

Mirada poliédrica

El teólogo Armand Puig cerró el turno de intervenciones apelando a que esa cohabitación en el Mediterráneo “es realmente posible”. El rector del Ateneo Universitario San Pablo de Barcelona cree que para lograrlo con una perspectiva poliédrica: “Solo la interrelación va a hacer posible la convivencia en el mundo que nos ha tocado vivir”.

Puig se detuvo en tres productos comunes del Mediterráneo cómo son el vino, aceite y pan con una fuerte presencia en la Biblia para presentar tres rasgos esenciales de la convivencia: la alegría del corazón, la pureza del corazón y el sustento de la paz y la justicia.

Humanismo espiritual

En este sendero, el teólogo considera necesario promover tres mediaciones: un humanismo espiritual “que permite reconocer al otro como hijos de Dios”, la capacidad de atracción para que “la convivencia se desparrame” y la convicción de que la convivencia no sólo es posible sino necesaria, o lo que es lo mismo, “la pasión por estar juntos”.

Entre los asistentes a esta mesa sobre el Mediterráneo se encontraba el presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Miguel Ángel Ayuso, y el obispo auxiliar de Madrid, Jesús Vidal.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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