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Stefania Proietti, con Sant’Egidio en Madrid: “Estamos quemando nuestra casa con nuestros hijos dentro”





Tras inaugurarse ayer, el Encuentro Europeo de Sant’Egidio en Madrid ha echado a rodar este lunes 16 de septiembre con todo tipo de coloquios repartidos en diferentes enclaves de la capital de España. El que se ha celebrado en la Universidad Eclesiástica San Dámaso ha versado sobre ‘El desarrollo es el nombre de la paz’.

La mesa redonda, presidida por Oded Wiener, del Gran Rabinato de Israel, ha contado con la participación de Carlos Castillo Mattasoglio, arzobispo de Lima; Stefania Proietti, alcaldesa de Asís; Juan Pablo de la Iglesia, secretario de Estado de Cooperación Internacional; Christian Krieger, presidente de la Conferencia de las Iglesias Europeas; y Din Syamsuddin, presidente del Centro para el Diálogo y la Cooperación entre Civilizaciones de Indonesia.

La Torre de Babel

Oded Wiener ha acudido a la Biblia para recordar que “hubo un tiempo en el que todos los hombres vivían en armonía, juntos y en paz”. Hasta que todo cambió con “la Torre de Babel, un hito tecnológico que representó el deseo de triunfar sobre Dios”. Así, fue tal la “obsesión”, que se cayó en la deshumanización: “Si se caía un obrero y se mataba, a nadie le preocupaba. En cambio, si caía un ladillo y se retrocedía en la obra, todos lo lamentaban”. ¿Qué ocurrió? Que llegó “el castigo de Dios y todos los hombres se vieron separados físicamente, repartidos por el mundo, y hablando diferentes lenguas”.

De ahí que, para para el representante del Gran Rabinato de Israel, “hay que valorar positivamente la tecnología y el desarrollo, pero siendo conscientes de que la prioridad es siempre lo humano”. Además, “las naciones han de coordinarse para favorecer un clima de paz y reconciliación, aceptándonos los unos a los otros, incluidos los diferentes”. Y es que “la oscuridad que nace de la falta de educación y de la pobreza es la que da lugar a la guerra”.

Un desarrollo pleno

Castillo Mattasoglio ha centrado su intervención en la encíclica ‘Populorum progressio’, firmada por Pablo VI en 1967, quien ya clamó por un “desarrollo global que se identificara con la paz”, en el sentido de “avanzar en humanidad, en unas condiciones más humanas en todos los sentidos”, puesto que “no hay desarrollo si no lo es en plenitud”.

El arzobispo limeño ha reclamado “hombres con imaginación” para que “dibujen el futuro”. Y mucho más en un contexto en el que “la economía crece, pero se come a la sociedad”. ¿Cómo? Siendo “una economía coja, unidireccional, que arrastra a muchas personas y las hace invisibles, aunque no lo sean, pues existen”. Este es, para él, “un tiempo en el que se trata más de regenerar que de transformar”. Un reto “para toda la humanidad, también para las religiones”.

Un mundo nuevo

Porque, para Castillo Mattasoglio, “la solución a la crisis del desarrollo puede estar en la inspiración, en que todos seamos conscientes de que necesitamos algo completamente nuevo. Hay que captar el espíritu de la gente, y eso requiere sensibilidad”. Algo en lo que la religión puede ser referente, “pues tiene capacidad para hacer el espíritu más grande y darnos esperanza”.

Proietti ha reivindicado el papel de Asís, la ciudad natal de san Francisco y de santa Clara, “como una ciudad de la paz”. Una sencilla comunidad de 30.000 habitantes, “con sus propios problemas y desafíos”, que, además, “tiene un marcado eco internacional”.

La alcaldesa, una profesora universitaria muy implicada previamente en el compromiso con los jóvenes y con el medioambiente, ha asegurado que, “allí donde hay desarrollo sostenible, en armonía, hay paz”. Algo que explicaba muy gráficamente a sus estudiantes, “a los que le pedía ver el mundo así: un Norte iluminado y un Sur oscuro; un Norte que contamina y un Sur que sufre las consecuencias de esa contaminación”.

Una bofetada global

Con gran pasión, Proietti ha señalado que “la mayoría vive en la oscuridad, en la pobreza. Lo que tiene su reflejo en todos los desplazados que hay hoy en el mundo. Estamos quemando nuestra casa con nuestros hijos dentro… ¿Cómo puede haber paz en un mundo en el que mueren al año cinco millones de niños pobres, mientras el resto lo vemos desde el sofá? Este bofetón en la conciencia es el primer paso para la esperanza. Si tenemos conciencia de esto, si pensamos en estos niños como en nuestros hijos, cambiarán las cosas. No las puede cambiar el gesto de una sola persona, pero sí el de los 7.0000 millones de personas que conformamos la humanidad”.

Finalmente, ha recordado que, en marzo de 2020, Francisco ha convocado en Asís a 1.000 economistas para trabajar juntos y formar un Pacto para una Nueva Economía. De ahí puede salir el cambio… Como ocurrió “con san Francisco, que cambió el mundo con un solo gesto”.

Abrirse a la iniciativa privada

De la Iglesia ha apuntado que “el kilómetro cero del desarrollo es lo humanitario”. Para ello, “la clave es la coordinación”. Algo que no siempre se da… Como ocurre con la Agenda 2030 de la ONU para el desarrollo: “En estos cinco años de trabajo se ha visto que seguimos desunidos. Se necesita la alianza de todos los actores sociales, también a los representantes de la iniciativa privada”. “Pero esto –ha lamentado el secretario de Estado de Cooperación Internacional– es lo que más dificultades está conllevando”, al no ser aceptado por todos.

Krieger ha insistido en que “la paz es algo sistémico. Necesita pasos inclusivos y contar con todos los representantes de la sociedad”. Para ello, “antes hay que reconocer el lugar que cada uno ocupa en la familia humana” y “respetar” su condición propia. Algo que vale para las personas… y para los países. En este reto, ha invitado el presidente de la Conferencia de las Iglesias Europeas, “el papel de las religiones es muy importante”, pudiendo ser “la llave de la solución”. Algo que habrán de hacer “cooperando entre ellas y con todos los actores sociales, incluidos los anticlericales”.

No es solo la ausencia de guerra

Syamsuddin ha reivindicado que “la paz no es solo la ausencia de la guerra”. Es algo más, en positivo, en un camino que “ha de contar con el desarrollo y la paz, pues son las dos caras de la misma moneda; la una es la causa de la otra, y viceversa”. Para ello, la única senda es “la justicia social y económica”, sabiendo las religiones que “son de Dios… y por y para la humanidad”.

El cardenal de Madrid, Carlos Osoro, presente en la charla, ha animado a los participantes al final de la misma: “Tenemos que encontrarnos. Vivimos en una aldea global, pero aldea al fin y al cabo… No es un sueño. Dios lo creó todo, y todo era bueno. Con el hombre en el centro, la tarea es grande. En este sentido, una educación para la paz es parte imprescindible del camino”.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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