El soplo del espíritu de América Latina ha estado muy presente en una de las mesas redondas que, en el Círculo de Bellas Artes, han supuesto el cierre este martes 17 de septiembre, a expensas de la ceremonia de clausura, del Encuentro Europeo por la Paz, organizado por la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid.
Presidida por Guzmán Carriquiry, secretario emérito de la Pontificia Comisión para América Latina, el coloquio, titulado ‘América Latina: crisis de la democracia y desigualdades’, ha contado con la presencia de la periodista italiana Lucia Capuzzi; el obispo Philip E. R. Dickmans, misionero desde hace más de 20 años en Brasil; la periodista mexicana Anabel Hernández García; el arzobispo de Lima, Carlos Castillo Mattasoglio; el periodista mexicano Diego Enrique Osorno; y el sacerdote mexicano José Alejandro Solalinde.
Desafección política
Carriquiry ha constatado cómo, “tras 50 años de camino, hay una sensación generalizada en el continente de insatisfacción. Venimos de una época previa de golpes de estado, dictaduras, guerrillas, desapariciones, torturas… Aunque ahora, en cambio, hay más desafección hacia la política debido a la oleada arrasadora de corrupción, lo que debilita la credibilidad de las instituciones públicas”.
Con todo, el gran problema de fondo en América Latina es “la desigualdad, con una injusticia que clama al cielo por esta economía de la exclusión y la idolatría del dinero”. Y todo en un contexto mundial marcado “por el miedo y la incertidumbre”, en una “sociedad de consumo” en la que triunfan “la censura o el individualismo”.
La patria grande
Carriquiry ha puesto nombres y apellidos a esta desvarío y ha citado como ejemplos de populismo a Trump y Bolsonaro. En la izquierda, que está “huérfana y desconcertada”, los ejemplos de deterioro social son los que se viven hoy, tristemente, en Venezuela y en Nicaragua. Frente a ello, está el mensaje del papa Francisco, que llama a América Latina a “volver a las raíces, a la patria grande”. ¿Cómo? Dejando atrás “intereses mezquinos” y alentando “a los movimientos populares que ofrecen hoy alternativas críticas y constructivas”.
Lucia Capuzzi, especializada en el continente, ha llamado la atención sobre un hecho contradictorio: “Oficialmente, desde 2016, cuando se formó en Colombia la paz con las FARC, en América Latina no hay guerras… Pero, ¿esto es así? La realidad de la migración forzada, de la violencia, hace que nos replanteemos la concepción de ‘conflicto’. En este sentido, América Latina es un laboratorio, con tantos conflictos internos que en el fondo son guerras no convencionales”.
Tercera Guerra Mundial
En esta “Tercera Guerra Mundial a trozos sobre la que advierte Francisco, el continente contiene varias piezas de ese puzzle”. Algo que se debe, en buena parte, “al conflicto entre la globalización y el miedo que produce, con el auge de muchos identitarismos, a modo de pequeñas patrias”. Eso sin olvidar que se observa “una crisis del Estado-Nación, habiendo un choque entre la economía globalizada y la incapacidad de los gobiernos de regularla políticamente”. Una crisis pública que, a la postre, “beneficia a los grupos criminales internacionales, que suplantan al Estado en determinadas zonas”.
El obispo Philip E. R. Dickmans ha ofrecido su perspectiva de cara al Sínodo de la Amazonía, denunciando la realidad que se vive allí. Casi desde siempre… “Cinco siglos de colonización cambiaron la vida de los pueblos indígenas. Un tiempo en el que, a nivel de Iglesia, colonización y evangelización estuvieron demasiado unidas. Aunque siempre ha habido misionero que han ido más allá de bautizar a la gente y han apostado por derechos básicos de esas personas como la sanidad o la educación”.
La avaricia de Bolsonaro
Sobre el hoy del Amazonas, el gran peligro lo encarna el presidente Bolsonaro, que “apuesta por explorar el terreno de cualquier forma, sin límites no respeto, viendo a las personas como un obstáculo para su crecimiento. La deforestación ha aumentado en un 300%, se asesina a líderes indígenas, se invade aldeas y se expulsa a sus habitantes… Los poderosos hablan más alto”.
La Iglesia amazónica, comprometida con su gente, “preocupa al Gobierno de Brasil, que nos ve a los obispos como la parte podrida de la Iglesia. De cara al Sínodo, nos vigilan”. Eso sí, no pueden dar marcha atrás: “Como decía monseñor Romero: ‘Una Iglesia que no es perseguida, no es profética’. Tenemos que promover la cultura de la paz y del respeto por los pueblos y la naturaleza. Hay que escuchar la voz de la Amazonía, pues allí todo está conectado y convive amigablemente”.
Un holocausto oculto
La periodista mexicana Anabel Hernández, que ha dedicado los últimos 14 años a investigar la realidad del narcotráfico en su país, ha dejado un aldabonazo en la sala con su denuncia: “Desde 2007, cuando supuestamente se declaró la guerra al narcotráfico, han sido asesinadas en México 260.000 personas. De ellas, 27.173 eran niños. Además, ha habido 37.345 desaparecidos. Algo que han padecido especialmente las mujeres, asesinadas, violadas y perseguidas con saña. Solo en lo que va de 2019, 540 mujeres han sido asesinadas en mi país; la mayoría fueron violadas antes”.
En busca de las causas, la periodista de investigación lo tiene claro: “Desde que llegó al poder Vicente Fox, en el año 2000, todos los gobiernos, además de corruptos, han propiciado esta guerra de sangre. Antes, cada cartel era dueño y señor de un territorio y entre ellos apenas se agredían. Fox rompió el equilibrio al alinearse con el cartel de Sinaloa. Utilizó al ejército para atacar a otros carteles y hacerse con su territorio. Empezó la guerra para ayudar a Sinaloa. Desde entonces, el resto de carteles crearon sus propios ejércitos y la violencia se generalizó. Bajo la presidencia de Calderón, directamente, el Gobierno formaba parte de la estructura de Sinaloa. Una situación que no cambió demasiado con Peña Nieto y que, por el poco tiempo que lleva, aún no puedo enjuiciar con López Obrador”.
La responsabilidad de Europa y España
Pero Hernández fue más allá cuando miró directamente al auditorio y habló de un modo directo: “En Europa son corresponsables directos de lo que pasa en mi país, donde son asesinados tantos niños. Especialmente en España, donde tanto dinero blanquea Sinaloa. No es Harry Potter el que abre las puertas o las aduanas a los narcos… Estos necesitan que alguien les ayude desde dentro del Estado”.
Carlos Castillo Mattasoglio ha puesto en alza cómo la globalización ha tenido éxito en estos 30 años “al crear sociedades medias más fuertes”, pero esto ha tenido su oscuro reverso en “el auge de la corrupción y las mafias”. Una realidad de la que no escapa la Iglesia: “Nuestra forma de ser Iglesia ya no es suficiente. En nuestro seno hay luchas de poder y necesitamos una reforma religiosa, empezando por la religiosidad popular, que no se aprovecha en su plena dimensión. A veces, como en el caso de Guadalupe, parece que caminamos con el piloto automático, sin más”.
Apoyo a los movimientos populares
Para el arzobispo de Lima, sucesor del cardenal Cipriani, “necesitamos un nuevo modo de ser Iglesia. Ya al principio de todo, Bartolomé de las Casas denunció nuestras luchas de poder y afán de dominio. A veces, nuestro catolicismo propicia la indiferencia ante cosas que suceden en nuestras sociedades; por ejemplo, Perú es el cuarto país del mundo en índice de feminicidios… No puede interesarnos solo el culto a Dios y que, luego, cada uno haga lo que quiera, aunque sea maltratar a su mujer. Debemos de seguir lo que nos dice el Papa, que es apoyar a los movimientos populares que quieren ensanchar nuestra democracia”.
“La nuestra debe ser –ha enfatizado– una Iglesia viva, sencilla y sensible. Hemos de ser cercanos a la gente, servidores del pueblo, y no príncipes rodeados de trepas”. “Vivimos un cambio epocal –ha concluido–, lo que ha de ser vivido como una oportunidad de construir el hombre nuevo que creó Dios. Ese nuevo pueblo construirá las nuevas formas de ser Iglesia”. Para ello, “hay que atacar el clericalismo que refleja la fe de las élites, y el sacerdotalismo, que fue lo que más perjudicó a Israel. Hay que partir de este principio: cuando amen, podrán juzgar; no antes. Y tener claro que la Iglesia que queremos es la que está con la gente, no separada de ella”.
Falla la democracia
El periodista mexicano Diego Enrique Osorno ha reflexionado sobre el hecho de que, en el año 2000, cuando Fox desbancó al PRI del poder, parecía dejarse atrás un régimen autoritario y se asentaba la democracia. Esto ha sido así de un modo formal (“hay más libertad de expresión, de manifestación y la situación de la mujer es mejor”), pero la realidad también es que, “siendo una democracia, ahora hay más violencia institucional y desigualdad que nunca antes”.
“¿Por qué una democracia puede producir mayor barbarie?”, ha profundizado. Y ha añadido que esto no es algo propio ni exclusivo de México: “En Estados Unidos, un cretino como Trump es el presidente. Y lo mismo Brasil con Bolsonaro. Y qué decir con ciertos personajes en Europa… ¿Qué está asando con la democracia? El concepto se ha rebasado, hay que revisarlo”.
Una Iglesia autoritaria y vertical
La mesa la ha cerrado la intervención de Solalinde, pastor referente en el abrazo a los desplazados centroamericanos que se dirigen a Estados Unidos y no pueden pasar de México. Tras cargar contra “el liberal-capitalismo que ha generado oligarquías y corrupción”, la realidad del país es que “carecemos de estructuras de participación ciudadana”. También en la Iglesia, “cuya estructura es autoritaria y vertical”, dejando un “país en venta”, en manos de “políticos que son narcos, y viceversa”.
Frente a ello, Solalinde confía en el nuevo presidente, López Obrador: “Representa el cambio, la revolución que opta por una subversión pacífica, poniendo en primer lugar a los pobres. Es un católico de misa diaria y ama a la gente. No es corrupto y sí informa cada día de lo que hace. Le llaman populista, pero su acción es cristiana”. Aunque no lo vea así “la jerarquía católica, que optó en su día por las oligarquía y por los gobiernos corruptos y que está dejando pasar esta oportunidad en un tiempo nuevo”.
Colegialidad bautismal
Así, ha pedido huir “del clericalismo, del cultualismo y del sacramentalismo, dando los sacramentos a cambio de dinero. Falta la colegialidad bautismal, laical. Incidimos en la piedad, pero no leemos la Biblia. Hay que poner el énfasis en la formación, desde abajo”.
Presente el rabino Abraham Skorka, Solalinde le ha saludado así: “Gracias a Israel por darnos a Jesús, ese joven maravilloso que anduvo por Nazaret”.