El cardenal Walter Kasper advierte: “La ausencia del humanismo lleva un nacionalismo xenófobo”. Así lo expresó el purpurado alemán durante la mesa “Humanismo espiritual y globalización”, dentro del marco del Encuentro por la Paz organizado en Madrid por la Comunidad de Sant’Egidio.
Para el presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, la ausencia de este humanismo conduce además a “la globalización de la indiferencia, a una sociedad del descarte, irreverencia cívica, la brutalización del lenguaje en el ámbito público, incluso dentro de la Iglesia”.
Supervivencia humana
Kasper reclamó “la urgencia de un humanismo espiritual para la supervivencia humana y la de la Casa Común”. Para Kasper, el problema viene a la hora de aterrizar el concepto de humanismo. “Hoy tenemos un pluralismo de humanismos espirituales”, planteó con respecto a la multiplicidad de confesiones, a los que se une además “una secularización del humanismo ha llevado a una espiritualidad desencarnada”.
El cardenal germano se detuvo en la que denominó “regla de oro” de todas las religiones: “portarse como seres humanos y tratar a los demás como les gustaría ser tratados”. “Desde ahí, el humanismo espiritual no está desencarnado, radica en el corazón del hombre, en la tradición humana”, señaló.
Una realidad profunda
En este sentido, subrayó la importancia de la declaración de Abu Dabi firmada por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar. En tanto que da un paso más en este humanismo espiritual: “La piedad religiosa reconoce en cada ser mucho más que una realidad puramente material o funcional: una realidad más profunda y sagrada que exige un respeto”.
Por su parte, el teólogo español Armand Puig arrancó su intervención preguntándose “qué están globalizando unas sociedades que parecen compañeras de viaje, pero que actúan como enemigas o desconocidas”. “Estamos cada vez más cerca y a la vez más lejos. Podemos consumir un producto fabricado en China pero no conocer nada de sus gentes y costumbres”, reflexionó el rector del Ateneo Universitario San Paciano de Barcelona.
Lo global y lo local
“El desconocimiento del otro comporta desconfianza hacia él”, aseveró. Desde esta premisa, planteó cómo “muchos populismos elaboran un discurso que ensalza lo propio y rechaza lo ajeno. Ahí reside el engaño: una contraposición insalvable entre lo global y lo local”. Así se llega a pensar que “para proteger lo local de lo global, hay que levantar muros o verjas”.
“Estamos asistiendo a la globalización de la inhumanidad”, constató, frente a lo que planteó la necesidad de abordar un humanismo espiritual que tenga como base la fraternidad, cercanía a los pobres y comunión entre las personas. “El humanismo espiritual no es pura filantropía ni cae en las redes del puro asistencialismo, sino que va mar adentro, allí donde están pobres y enfermos. Este es el humanismo espiritual auténtico”, concluyó.
Junto a Kasper y Puig, en la mesa participaron, el metropolita ortodoxo del Patriarcado de Rumanía Serafim; el obispo ortodoxo del Patriarcado de Serbia, Andrej; el metropolita ortodoxo de la Iglesia de Grecia, Gabriel; el representante de la Organización Mundial Pan-islámica de Jurisprudencia, Kuwait, Abu al-Qasim al-Dibaji; y el director de de “Editions du Cerf”, Jean-François Colosimo.