Durante la XV Asamblea Nacional celebrada a principios de febrero pasado, el Movimiento Familiar Cristiano (MFC) en México eligió a sus nuevos presidentes nacionales, por lo que el pasado 3 agosto, Martha Isabel Campoy y Marco Antonio Cebreros, de la Arquidiócesis de Hermosillo, sustituyeron en el cargo a Jesús Manuel Ramos y Blanca Sastré, de la Arquidiócesis de Monterrey.
Sobre los logros y satisfacciones, obstáculos y desafíos, hablan para Vida Nueva Jesús Manuel y Blanca Sastré, quienes durante tres años llevaron las riendas de esta organización laical, cuyo carisma es la espiritualidad conyugal y familiar como camino de santificación.
Una familia extendida
El Movimiento Familiar Cristiano en el país asumió, con Jesús y Blanca al frente, el gran reto de acompañar a los Divorciados Vueltos a Casar (DVC), sin descuidar el carisma del movimiento, que en la práctica se ve reflejado en pláticas prematrimoniales, formación para jóvenes y novios, orientación integral para padres de familia, entre otros servicios a la Iglesia.
La tarea no fue fácil, pues uno de los principales obstáculos a los que se enfrentaron fue la natural resistencia al cambio, la sombra del “siempre se ha hecho así” –dicen– y el temor de salir de la zona de confort.
“Afortunadamente, el Espíritu Santo nos ha fortalecido y ha permitido que en el corazón de nuestra membresía se entienda la necesidad de integrar en el alcance de nuestro carisma a la familia en su contexto general, y no limitar nuestra acción al matrimonio sacramentado”.
Al respecto, aseguran que está por liberarse un segundo libro de acompañamiento a DVC, para contar con un modelo de dos años. En el contenido del nuevo libro se contó con el aporte de Familias DVC, que plasman sus experiencias y permiten partir de realidades tangibles en cada tema.
Este material, que cuenta con la revisión y visto bueno de la Dimensión Familia de la CEM, desea ser, como señala ‘Amoris laetitia’, “como la luz del faro de un puerto o de una antorcha llevada en medio de la gente para iluminar a quienes han perdido el rumbo o se encuentran en medio de la tempestad”, señalan.
Mucho de qué sentirse orgullosos
Jesús y Blanca aseguran sentirse satisfechos de que durante su gestión como presidentes nacionales, se logró una inclusión como miembros del movimiento a las madres responsables de familia; el libre acceso a los servicios institucionales como son la preparación inmediata al matrimonio, a través del curso “Alianza de amor”; la escuela para padres, mediante “Padres e hijos construyendo el hogar”, la formación en el amor para jóvenes, con el curso “El desafío de ser joven”, y el acompañamiento para matrimonios divorciados vueltos a casar, con el programa “Somos familia de Dios”.
Destacan también la transición de las Bases de Datos Diocesanas, a una sola Base de Datos Web de carácter nacional, y la alianza editorial con PPC México, con la consecuente actualización de los materiales del movimiento.
Sin embargo, para el matrimonio Ramos Sastré la mayor satisfacción radica en haber descubierto y experimentado la acción misionera de la Iglesia, al visitar numerosas comunidades del país, alcanzando decenas de comunidades parroquiales, conocidas como “Sectores”.
En cada Sector –apuntan– ya sea de la sierra, del desierto, de la selva, de comunidades rurales o urbanas, compartimos la riqueza del ser discípulo y apóstol de Jesús; llevamos un mensaje de unidad y servicio, pero nos trajimos hermosos e impresionantes testimonios de fe y el cariño inmerecido de muchísimas familias. Eso, el cariño de nuestros hermanos, es algo que ha cubierto con creces cualquier esfuerzo que hayamos realizado”.
El reto está en los jóvenes
Sobre cuáles consideran que son ahora los principales desafíos del MFC, Jesús y Blanca aseguran que éste tiene que ver con ofrecer una respuesta al llamado del papa Francisco que ha pedido modelos de acompañamiento a las realidades de la juventud.
En este sentido, aseguró que el MFC ya lleva camino andado con un proyecto de formación en la fe para jóvenes denominado “Vivit MFC”, el cual tiene entre sus principales características, el uso de una plataforma digital, evitando el uso de papel y permitiendo el acceso al contenido y material audiovisual por medio de suscripciones.
Consideran que el despliegue y asentamiento de este modelo, será, sin dudas, uno de los principales desafíos del movimiento, pero están seguros que lo colocará a la vanguardia internacional en la Pastoral Juvenil.
“Otro gran desafío es fortalecer a la familia y animar su papel de educadora en la fe, defensora de la vida y protagonista del desarrollo integral de la comunidad”, afirman.
La familia en peligro
Finalmente, sobre los principales peligros que enfrentan las familias en la actualidad, el matrimonio aseguró que son varias las corrientes culturales que ponen en tensión la estabilidad de las familias y, por lo tanto, las colocan en situación de riesgo.
“Podemos mencionar la cultura del individualismo, la cual genera intolerancia hacia los valores tradicionales de la familia, como el respeto, la disciplina y la solidaridad. La cultura de lo desechable, que conduce a la falta de compromiso en los diferentes aspectos de nuestras relaciones y debilita el sentido de ‘amarte y respetarte todos los días de mi vida’. Y por supuesto, la falta de cuidado a la propia vida de los seres humanos, olvidando que ‘el hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza’”.
Al respecto, consideraron que los miembros que integran el MFC en México “somos laicos preocupados porque las familias y los jóvenes de nuestro país, encuentren en nuestra organización, un camino para crecer como personas y como hijos de Dios”.
Jesús Manuel y Blanca aseguraron que como uno de los brazos activos de la Pastoral Familiar, el movimiento seguirá trabajando por la formación de los integrantes de las familias en los valores humanos y cristianos, buscando que cada familia se manifieste comprometida activamente en el desarrollo integral de la comunidad a través de sus miembros”.