La Iglesia católica no se ha hundido “pese a los muchos pecados, escándalos y cosas feas” de los últimos dos siglos porque “Dios está allí” y “siempre nos salva el Señor”. En la audiencia general que presidió este miércoles en la plaza de San Pedro del Vaticano ante unos 12.000 fieles y peregrinos, el papa Francisco destacó cómo los “proyectos humanos fracasan siempre”, poniendo el ejemplo de “tantos proyectos políticos que cambian”, de los “grandes imperios” o incluso de las dictaduras del siglo XX, que “se sentían muy poderosas y que iban a dominar el mundo, pero luego han caído todas”.
Su fracaso se explica porque “la fuerza que los hombres tienen en ellos mismos no es duradera”, pues “solo la fuerza de Dios dura”. La historia de la Iglesia demuestra para el Pontífice que cualquier proyecto humano “puede obtener consenso al principio y luego naufragar, mientras que todo lo que viene de arriba y lleva la firma de Dios está destinado a durar”.
Jorge Mario Bergoglio retomó el ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles para poner a estos como ejemplo de que, cuando el Espíritu Santo está con una persona, se “tiene la valentía para seguir adelante y ganar tantas luchas”. Lo demuestran estos compañeros de Jesús, que pasaron de “huir cuando fue detenido” a “no dejarse atemorizar por nadie”. Se convirtieron así en “megáfonos” del Espíritu Santo, enviados por el Resucitado a “difundir con rapidez y sin dudas la Palabra que salva”.
También los mártires son un faro a seguir al “dar la vida para no esconder que son cristianos”. Recordó el Papa el caso de los 21 cristianos coptos egipcios asesinados por el Estado Islámico en una playa de la ciudad libia de Sirte en 2015. La imagen de aquellos trabajadores con monos de color anaranjado postrados de rodillas delante de sus asesinos, que iban vestidos de negro y con la cara tapada, dio la vuelta al mundo.
“Todos fueron degollados, pero la última palabra que dijeron fue ‘Jesús’. No malvendieron la fe porque el Espíritu Santo estaba con ellos”, destacó Francisco, presentando a estos 21 coptos asesinados por su religión como “mártires de hoy”. Para el Pontífice, la persecución a los cristianos tiene siempre un elemento común: “Las personas que no quieren el cristianismo se sienten amenazadas y así llevan la muerte”.
Al final de la audiencia general, Francisco pidió en su alocución en español que la Iglesia descarte las “soluciones preconfeccionadas” y apueste en cambio por “aprender a ver la realidad con una mirada contemplativa y a no hacer juicios apresurados, descubriendo en nuestras vidas las huellas la presencia de Dios”.