‘La Puerta Violeta’ es mucho más que una canción. Compuesta y cantada por Rozalén, se ha convertido en todo un himno para visibilizar a las mujeres que padecen la lacra de la violencia de género. Pero, si cabe, hoy ha sonado con un eco especial en el madrileño Centro de Formación Padre Piquer, pues la artista albaceteña la ha interpretado junto a Kimberly Chivalán Zacarías, una joven a la que conoció hace meses en Guatemala.
Fue en un viaje al país centroamericano que realizó con Entreculturas y Fe y Alegría, visitando todo tipo de proyectos de las entidades jesuitas en distintas zonas rurales marcada por la pobreza y la falta de oportunidades, en especial, para las mujeres y niñas. Allí, precisamente, se encontraron a Kimberly, Kim, una chica que soñaba con ser locutora y que, pese a sus deseos de estudiar, tuvo que abandonar las aulas varios años, pudiendo ahora regresar a ellas.
Ambas han coincidido en la presentación del informe de Entreculturas ‘Seguras para aprender en libertad’. En el acto, Kim le ha dicho a Rozalén: “Yo también dibujé mi camino y me siento libre cuando estudio”. La artista ha recogido el guante y ha destacado lo que le supuso la experiencia vivida aquellos días en Guatemala: “Contar la historia de los demás da identidad. De repente, existen. Hay muchas voces calladas que necesitan un altavoz. Agradezco la experiencia porque me ha hecho crecer a todos los niveles”.
Raquel Martín, directora de Comunicación y Desarrollo Institucional de Entreculturas, ha contado cómo en Guatemala, junto a Fe y Alegría, promueven “la protección y el empoderamiento de las niñas a través de espacios para el acompañamiento y la atención psicosocial en los centros educativos”.
Algo que ha detallado en primera persona Kim: “A las niñas se les niega la educación por el simple hecho de ser mujeres. Tras dejar el colegio, dentro de mí, tenía el deseo de seguir estudiando. Dentro de mí, no importaban los obstáculos que se me presentaron para poder seguir estudiando”. Así, ella pudo retomar sus estudios con las entidades jesuitas y ahora se está formando para cumplir su gran sueño: “Seguir estudiando para llegar a ser una gran locutora y maestra radiofónica. Mi sueño es que las niñas no vivan con miedo, que puedan defender sus derechos, que puedan seguir estudiando, sin importar la edad que tengan”.
“Mi sueño –ha proseguido– es que los jóvenes de mi pueblo seamos la generación del cambio y que podamos desenvolvernos en nuestros talentos, porque hay muchos talentos, pero se ocultan, los ocultamos. Para que, empezando con los jóvenes, ya no haya tanto machismo y que podamos vivir en unidad, en igualdad. Tenemos el derecho a la educación para poder convivir con otras personas y también superar el machismo. Es un deber urgente de madres, padres, comunidades, pero también de los gobiernos, para que hagan posible que todas las niñas estudiemos y realicemos nuestros sueños”.
Como concluye el informe de Entreculturas, las cifras son alarmantes. Más de 262 millones de niñas, niños y jóvenes no pueden ir a la escuela. De ellos, la mitad, 132 millones, son niñas de entre seis y 17 años. Las adolescentes en zonas de conflicto tienen un 90% más de probabilidades de no acceder a la escolarización. Anualmente, hay 7,3 millones de partos de adolescentes menores de 18 años, de los cuales más de un millón se dan entre niñas menores de 15 años. Cada año, 12 millones de niñas son casadas antes de cumplir 18 años. 650 millones de mujeres han sido forzadas al matrimonio infantil. Más de una de cada tres, antes de los 15 años.