En todas las diócesis del país, se celebró el tradicional Te Deum, con ocasión de un nuevo aniversario de la declaración de Independencia, realizada el 18 de septiembre de 1810. Ya al año siguiente, el General José Miguel Carrera pidió se celebrara una Misa de Acción de Gracias para conmemorar el primer año de la Primera Junta Nacional de Gobierno, al término de la cual se cantaba el Te Deum. En 1870, se dejó de celebrar la Misa y el Te Deum fue parte de una liturgia especial.
Desde 1971 comenzó a ser ecuménico, a petición del Presidente Salvador Allende. En 1975, por iniciativa del general Augusto Pinochet, se realiza un Servicio de Acción de Gracias de la Unión de Iglesias Evangélicas de Chile (conocido como «Te Deum evangélico»), que se mantiene cada año, al que también asisten las principales autoridades del país.
Este año, los obispos llamaron a trabajar por una mayor unidad entre los chilenos. Así lo hizo en Rancagua, el secretario general de la Conferencia Episcopal de Chile y Administrador Apostólico de esa diócesis, Fernando Ramos: “la construcción de una cultura del encuentro se hace desde el diálogo, más aún cuando nos toca enfrentar situaciones complejas de tipo político, económico, social e ideológico. Aquí es donde debemos plantearnos todos cómo contribuir al diálogo”.
En Coyhaique, el Vicario Apostólico de Aysén, Luis Infanti dijo que “el alma enferma de Chile necesita ser tocada por Jesús, para sanar nuestras heridas, sanar nuestros orgullos y odios, romper nuestras indiferencias, promover la cultura del diálogo y de las buenas prácticas, porque ‘el otro’ es nuestro hermano, necesitado de nuestro amor y de nuestro servicio generoso y solidario, no es una amenaza y menos un enemigo a marginar y destruir”.
Por su parte, el obispo de Temuco, Héctor Vargas, expresó que “en vista a situaciones complejas de tipo político, económico, social e ideológico, que vivimos como país, debiéramos plantearnos todos, el diálogo como camino privilegiado para la superación de situaciones de crisis”.
En Concepción, el Arzobispo Fernando Chomalí aludió a la corrupción social diciendo que “es el camino hacia la pobreza y al caos social, porque mina la confianza en las instituciones, porque debilita la fe pública, porque instala una sombra de duda sobre los pilares de nuestra patria fundada en el Estado de derecho y las leyes, porque empobrece la mismísima democracia que tanto queremos”, afirmó. “Junto a ello hemos de cuidar, fortalecer y felicitar a los miles de compatriotas honestos y abnegados que tejen el tejido social. Es un deber de justicia, y los hay por miles. Gracias, muchas veces muchas gracias”, agregó.
La situación de los miles de inmigrantes fue otro tema reiterado en las homilías de los obispos. En Talca, el Administrador Apostólico, Galo Fernández, dijo que “la pregunta que nos debemos plantear no es solo cuánto nos conviene la apertura y la acogida a estos extranjeros que golpean nuestra puerta. Sino qué dice de nosotros mismos aquello que respondamos. La actitud de temor y rechazo que en momentos aparece constituye una señal de alarma que nos advierte de una decadencia moral, es una expresión de lo que el Papa Francisco llama ‘la cultura del descarte’”.
Fernández, como varios otros obispos, también señaló la crisis en el medioambiente. “No se trata, dijo, solo de un cambio climático como ha habido otros. Parecen lúcidas las afirmaciones de quienes conciben que se trata de un síntoma de una crisis más radical que pone en cuestión el modelo de desarrollo imperante que nos ha puesto en un callejón sin salida: ‘consumir para crecer y crecer para consumir’”.
Sin duda, la ceremonia más destacada tuvo lugar en Santiago por la asistencia del Presidente de la República, Sebastián Piñera. El acto, presidido por el Administrador Apostólico Celestino Aós, contó con la asistencia de ministros, parlamentarios, integrantes del poder judicial, jefes de las fuerzas armadas y diplomáticos.
El año anterior, la ceremonia no había sido presidida por el Cardenal Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago ese momento, ya que tenía una formalización judicial debido a los encubrimientos de abusos sexuales en la arquidiócesis.
Aós dedicó su homilía a agradecer a Dios por diversas situaciones y grupos sociales destacando en ellos su dimensión positiva. Extrañó que no hubiera aludido a las denuncias por abusos que afectan a miembros de la Iglesia. Sobre eso fue consultado Piñera, al término de la ceremonia de este año. “Ha habido demasiados abusos, dijo. Y yo creo que la única forma de enfrentar esto es con la verdad y con la justicia. Y eso es lo que toda la sociedad chilena espera, quiere y así va a ocurrir”.
El diputado Gabriel Silber dijo a los periodistas que “echamos de menos que Celestino Aós hubiera señalado el por qué y cómo llegó ahí, y más que mea culpa pasar a una etapa siguiente, un estatus distinto por parte de la Iglesia. Fue una homilía más bien de carácter conservador. Creo que se arriesgó poco”.
Este año, también tuvo lugar el Servicio Evangélico de Acción de Gracias con asistencia de las autoridades del país. Por primera vez, además, la Masonería organizó la Fraternitas Republicana en la que resaltó los valores de la libertad, la igualdad, la fraternidad, la tolerancia, la caridad en la República, y la importancia de la educación como pilar del desarrollo de la sociedad. A esta ceremonia también asistió el Presidente de la República y otras autoridades.