Para Eloy Bueno todavía hoy “la misión ad gentes queda en el margen o en la penumbra” para gran parte de las Iglesias locales. Es más, para el catedrático de Teología Dogmática de la facultad de Teología de Burgos, el encuentro auténtico de misión ad gentes y de pastoral ordinaria todavía no se ha producido del modo adecuado”. Lo ha asegurado durante su ponencia en el Congreso Nacional de Misiones organizado por Obras Misionales Pontificias en Madrid con motivo del Mes Misionero Extraordinario.
El investigador -autor del Pliego de esta semana en Vida Nueva- ha constatado que la Iglesia local “no ha puesto suficientemente de relieve que en su origen (histórico y teológico) se encuentra la misión ad gentes”. En la misma línea, plantea que estas iglesias locales han introducido las palabras misión y evangelización “en sus planteamientos pastorales”, pero sus prácticas “se mueven en un horizonte muy genérico”.
Autoconciencia eclesiológica
Al analizar la cuestión desde la óptica del Vaticano II, Bueno considera que si bien, la categoría “evangelización” no está tematizada con claridad en los textos conciliares, sí aprecia “la emergencia de una nueva autoconciencia eclesiológica”. “Dentro de sus limitaciones, aporta elementos fundamentales en favor de la tesis que tratamos de exponer en esta reflexión: las iglesias locales nacen de la misión y viven para la misión”, defiende el catedrático.
Con la mirada puesta en la actualidad, Bueno sostiene que “si la iglesia nace en un lugar gracias a un misionero nunca podrá considerar la misión ad gentes como algo ajeno o extrínseco sino como elemento de su vida y de su ser”. Así considera que “esa identidad debe expresarse de modo claro y preciso”. Este planteamiento, según él, “afecta a la autoconciencia de la iglesia en cuanto tal, a la implicación efectiva de algunos de sus miembros, y al reconocimiento en la vida cotidiana de la dimensión ad gentes”.
Cada bautizado, responsable
Tanto es así, que el profesor Bueno pone en valor cómo “cada bautizado, en función de su carisma y de su estado de vida, lo realizará de modo diverso”. En esta misma línea, aprecia el trabajo de Obras Misionales Pontificias y de las Delegaciones Diocesanas de Misiones como impulsoras de iniciativas de sensibilización y cooperación.
Es más, subrayó como su papel resulta especialmente “central y urgente” frente al “riesgo de que la idea de misión de difumine en lo genérico o de que la ‘salida’ se reduzca a lo inmediato”.