“El Señor siempre nos recuerda. No nos olvida, no nos pierde de vista a pesar de los obstáculos que nos pueden mantener alejados de Él. Límites, pecados, vergüenza, chismorreos y prejuicios: ningún obstáculo hace que Jesús olvide lo esencial, el hombre al que hay que amar y salvar”. De esta manera se ha expresado el papa Francisco hoy en Albano, ciudad que visita por el aniversario de la dedicación de la catedral.
Francisco ha recordado que “la Iglesia existe para mantener vivo en los corazones de los hombres el recuerdo de que Dios los ama. Existe para decirles a todos, incluso a los más lejanos: ‘Jesús te ama y te llama por tu nombre; Dios no te olvida, se preocupa por tíi”.
Por ello, ha instado a los miles de fieles que abarrotaban la plaza frente a la catedral que “no tengan miedo de cruzar su ciudad, ir a aquellos que están más olvidados, a aquellos que están ocultos detrás de las ramas de la vergüenza, el miedo y la soledad, para decirles: ‘Dios se acuerda de ti'”.
El Papa ha recordado que “Jesús es el que nos ve primero, el que nos ama primero y el que nos recibe primero”. “Cuando descubrimos que su amor nos precede –ha continuado–, que nos alcanza antes que nada, la vida cambia”.
En este sentido, ha recalcado que “si todo lo que hacemos no parte de la mirada misericordiosa de Jesús, corremos el riesgo de mundanizar la fe, de complicarla y llenarla con tantos esquemas: temas culturales, visiones eficientes, opciones políticas, elecciones de partido… Pero lo esencial se olvida, la simplicidad de la fe, lo que viene primero: el encuentro vivo con la misericordia de Dios. Si este no es el centro, si no es al principio y al final de todas nuestras actividades, corremos el riesgo de mantener a Dios fuera de lugar en la Iglesia, que es su hogar”.
Jorge Mario Bergoglio ha pedido no ser cristianos “complicados, que elaboran mil teorías y se dispersan para buscar respuestas en la red, sino como niños. No somos suficientes para nosotros mismos, necesitamos desenmascarar nuestra autosuficiencia, superar nuestros cierres, regresar pequeños por dentro, simples y entusiastas, llenos de entusiasmo hacia Dios y amor al prójimo”.
“¡Qué maravilloso sería si nuestros vecinos y conocidos sintieran a la Iglesia como su hogar!”, ha enfatizado el Papa. Desafortunadamente, “sucede que nuestras comunidades se vuelven extrañas para muchos y poco atractivas. A veces también sufrimos la tentación de crear círculos cerrados, lugares íntimos entre representantes elegidos. Pero hay tantos hermanos y hermanas que sienten nostalgia, que no tienen el coraje de acercarse, tal vez porque no se han sentido bienvenidos. Que la Iglesia sea el lugar donde otros nunca son menospreciados”, ha subrayado.
Por último, ha manifestado que “si evitamos a los que nos parecen perdidos, no somos de Jesús. Pedimos la gracia de encontrarnos con cada uno como un hermano y no ver a nadie como un enemigo”.