El papa Francisco ha aprovechado la parábola del Evangelio de hoy (Lc 16: 1-13), que tiene como protagonista al siervo infiel, para hablar sobre la corrupción, ya que “desafortunadamente es habitual hoy en día”. Al presentar la oración mariana, ha vuelto a hacer hincapié en que el dinero es el “estiércol del diablo”.
Ante los miles de fieles que aguardaban en la plaza de San Pedro, Jorge Mario Bergoglio clamó con fuerza: “La riqueza puede empujar a levantar muros, crear divisiones y discriminar”. Por eso, “Jesús invita a sus discípulos a cambiar de rumbo”. Y es que “las personas valen más que las cosas y cuentan más que la riqueza que poseen. En la vida, de hecho, da fruto no quién tiene tantas riquezas, sino quién crea y mantiene tantos lazos, tantas relaciones, tantas amistades a través de las diferentes ‘riquezas’, que son los diferentes dones con los que Dios lo ha dotado”.
“Estamos siempre a tiempo de sanar el mal hecho”
Desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico, Francisco ha recordado que, “a la vista de nuestros fracasos, Jesús nos asegura que estamos siempre a tiempo para sanar el mal hecho”. Y lo ha argumentado: “Quien causó lágrimas, puede hacer feliz a alguien; quien malversó dinero, puede hacer regalos a los necesitados. Al hacerlo, seremos alabados por el Señor, porque ‘hemos actuado con astucia’, es decir, con la sabiduría de alguien que se reconoce a sí mismo como un hijo de Dios y se pone en juego para el Reino de los Cielos”.
Al acabar la oración, el Papa ha saludado a los asistentes y ha invitado a participar el próximo domingo, 29 de septiembre, en la misa con motivo del Día Mundial de los Migrantes y Refugiados para “expresar nuestra cercanía a los migrantes y refugiados de todo el mundo”.