Tiene denominación de origen. Como la ciruelas claudia que se lleva a la boca antes de repasar su devenir misionero por Filipinas, Sudán, Kenia, Tanzania… Este salesiano de 47 años, del madrileño barrio de Tetuán, ha vivido siempre a pie de obra. O de campo, según se mire. Y, con el mismo tiento que revisa los tomates de la huerta para ver si están en su punto de maduración, se adentra con cautela en su nueva e inesperada empresa. Hace unas semanas, Miguel Ángel Ruiz Espínola fue requerido para formar parte del equipo de Edgar Peña, sustituto de Secretaría de Estado, con el que compartió no pocas encrucijadas en Pakistán, donde el diplomático venezolano fue nuncio.
PREGUNTA.-Destinado hasta ahora como párroco en Algeciras, ¿se esperaba el salto a Roma?
RESPUESTA.-Me ha cogido por sorpresa. Tanto es así que estaba preparando la planificación del curso que viene para la parroquia, incluido un nuevo grupo litúrgico. Es habitual que uno asuma la responsabilidad como párroco para un período de tres años, y yo esperaba cumplirlo. Además, si te soy sincero, me había ofrecido para ir a Siria en un futuro. Cuando estuve un tiempo en Roma, nuestro inspector salesiano de Oriente Medio, que era sirio, nos comentó la situación de nuestro colegio de Alepo. Ya ahí empecé a pensar en sustituir a uno de los hermanos durante un tiempo para que se diera un respiro. Siempre me ha atraído la misión de frontera, aquella que te obliga a diferenciar entre estar y no estar.
P.-¿Qué puede aportar un misionero entre los recovecos vaticanos?
R.-Eso se lo tendría que preguntar a quien me ha llamado. Yo no he pedido ni he buscado trabajar en Secretaría de Estado, me lo han pedido.Lo que puedo aportar es la persona que soy. Quien va al Vaticano es un salesiano sacerdote y misionero durante 25 años, con una formación como canonista curtido en el campo de batalla, como en Kenia, donde tuve intervenciones importantes como notario. Una vez más, quiero poner toda esta experiencia en cuatro continentes al servicio de la Iglesia. Esta visión global confío en que sea de ayuda, especialmente en lo que a la realidad del islam se refiere y al sufrimiento de las comunidades cristianas en contextos violentos. Desde los 22 años estoy acostumbrado a superar dificultades de inculturación en lugares bien distintos. Ahora llego a la Curia con esa misma mentalidad misionera. Frente a quien busca brillar, yo voy para servir y, cuando concluya esta misión, continuar en otro lugar
P.-Pero sí tendrá algo de morriña misionera…
R.-Tanta misión es para mí trabajar en Pakistán durante más de una década, ser párroco en Algeciras o trabajar en Secretaría de Estado. En todos estos lugares, la misión es la misma: seguir implantando el Reino De Dios y ofreciendo una visión de esperanza que necesita la humanidad hoy más que en otras épocas.
P.-Ingresa en la Curia por inmersión, directamente a Secretaría de Estado. ¿Cómo veía hasta ahora Roma desde su frontera misionera?
R.-Nuestra sociedad se está radicalizando. O eres de esta corriente o de la otra, o estás con esta persona o en contra de ella, o se ve a la Iglesia desde esta perspectiva o te sitúas en la contraria. Hace falta adquirir un equilibrio entre la dimensión carismática de la Iglesia y la jerárquica, entre la dimensión espiritual y la terrenal. Cuando tenemos una visión excesivamente espiritual, nos desconectamos del mundo y corremos el peligro de convertirnos en un gueto y de que nuestra misión de testimoniar el Evangelio en medio del mundo pierda su sentido. Cuando caemos en una visión demasiado terrenal, acabamos convirtiéndonos en una ONG. No me alineo con ninguna corriente, solo soy un hombre de Iglesia. Hay que evitar caer en visiones radicales y de extremos, en pensar que hay distintas Iglesias. La Iglesia es una, la que Cristo fundó, y el esfuerzo que tenemos que hacer todos los que somos Iglesia es ser fieles a nuestra llamada hoy. La Iglesia que Cristo quiere que seamos no es la de hace 200 años ni la de dentro de 200 años. En cualquier caso, la Iglesia no es únicamente el Vaticano, ni tampoco solo las chabolas de la misión. La Iglesia somos todos. Por eso es católica y universal; siendo fieles a lo que hemos recibido, a lo que se nos ha dado, no de acuerdo a lo que cada uno de nosotros podemos inventar.
P.-¿Cómo le ha sentado al rector mayor que el Papa le “robe” a otro de los suyos?
R.-No te puedo responder por Ángel Artime, habría que preguntárselo a él. Nuestro superior ha reaccionado con un gran sentido eclesial y, a partir de ahí, ha actuado sabiendo que, igual que Dios te quita a alguien de una misión, te pondrá a otro en otra misión.