El escritor argentino presenta en Madrid ‘Salvados por Francisco’, un libro que recoge testimonios de personas ayudadas entonces por el Papa
No es una persona especialmente vinculada a la Iglesia. Más bien, Aldo Duzdevich se enmarca a sí mismo dentro del –cada vez más amplio– grupo de “cristianos por cultura”, según dice a Vida Nueva, aquellos que han sido educados en la fe, pero que ni la practican ni llevan una vida cercana a la Iglesia. Sin embargo, Duzdevich presenta hoy en la parroquia de San Antón, acompañado por el padre Ángel, presidente de Mensajeros de la Paz, su libro ‘Salvados por Francisco’, el testimonio de 25 personas a quienes el Papa ayudó a huir de la dictadura argentina.
El argentino tampoco conocía personalmente a Jorge Mario Bergoglio cuando era obispo de Buenos Aires. Sin embargo, sí que empezó a seguirle “cuando es elegido Papa y empieza a plantear una Iglesia pobre y para los pobres, retomando el camino dictado por el Concilio Vaticano II”. Esto, para Duzdevich, supuso una “gran atracción” hacia la figura de quien es, hoy, el papa Francisco.
“En Argentina había un periodista que había generado una calumnia contra Bergoglio que decía que en los años 70 había sido simpatizante e incluso cómplice de la dictadura”, explica. Incluso, se llegó a insinuar que Jorge Mario Bergoglio había tenido que ver con el secuestro de los jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics.
“Esto era algo que estaba ahí, presente, pero se mezclaba con otros debates políticos y de la Iglesia que podían parecer más urgentes, como el matrimonio igualitario, pero la cosa cambió cuando se convirtió en Papa”, dice. “La noticia fue replicada por todos los diarios del mundo, ya no era solo un obispo argentino, sino que tenía estas acusaciones de las cuales él no decía nada”, añade.
En 2017, cuando ya la noticia había corrido como la pólvora y después de la película de Netflix ‘Llámame Francisco’, Duzdevich no pudo hacer otra cosa que salir en la prensa defendiendo al Papa “por pura indignación moral ante una injusticia que se estaba cometiendo”. Así empezó una investigación, que en un principio, no tenía clara la dimensión de lo que Bergoglio había hecho en aquellos años.
“Cuando llegué a los 25 casos, aunque hay más, paré, porque lo que intentaba demostrar con este libro, que es que el Papa no tenía nada que ver con las acusaciones que se hacían contra él sino todo lo contrario, quedaba demostrado”, aclara. Y es que Jorge Mario Bergoglio, que por entonces no había cumplido los 40 años, “puso en riesgo su vida por salvar a mucha gente, ya fueran sacerdotes, seminaristas, o jóvenes que no tenían nada que ver con la Iglesia ni con su ideología”.
“Actuó como un buen samaritano, ayudando a huir y esconder a gente perseguida”, subraya. Además, en el libro se hace un análisis profundo de la verdadera razón del secuestro en el que se le implicaba, y “deja muy claro que no tuvo nada que ver, es un alegato que termina totalmente con la calumnia”. De hecho, el libro se publicó en Argentina el pasado mes de marzo y, tal como señala Duzdevich, el periodista que señalaba a Bergoglio “nunca ha cuestionado ni una palabra de este libro”.
“Lo que lamento, y así se lo dije al Papa cuando le envié mi libro, es haber tardado tanto en hacer esta defensa, que todos los argentinos no la hayamos hecho antes”, admite, aunque es consciente de que Francisco nunca la quiso ni la pidió. “Tiene el clásico concepto de la misericordia cristiana, y cree firmemente en aquello de que lo que haga tu mano derecha no lo sepa la izquierda”, explica. Por eso, han tenido que ser las personas a quienes ayudó y sus familias las que diesen este testimonio, porque si no, “el Papa nunca lo habría contado”.
“Siempre hago un paralelismo con su personalidad de entonces y la actual”, apunta. “En ese momento actuó con una suerte de desprecio por su propia vida, más cerca de la temeridad que del valor como lo entiende Aristóteles”, asevera. Esto es algo que Duzdevich se lo ha dicho al Papa, ya que hizo cosas “realmente peligrosas”. “Su respuesta es que sí, pero lo que pasa es que en ese momento no se era tan consciente del riesgo que se podía llegar a correr”, mantiene.
“Cuando le veo actuar hoy creo que lo hace con la misma seguridad, con el mismo valor, con la misma actitud ante los desafío que se le presentan por parte de los sectores más conservadores, que tratan de dañar su imagen”, subraya. “Él tiene la firme convicción de hacia dónde camina. Esto es lo que vemos hoy del papa Francisco, y es una imagen completamente real”, añade.
Realizando las entrevistas, Duzdevich ha encontrado no solo el testimonio de los hechos, sino el de una persona que ha dejado huella. “En general todo el mundo me hablaba de una figura despojada de cualquier actitud de personaje, lúcida pero humilde, y es lo mismo que he visto a la hora de tener trato con él”, indica. “No hay ningún tipo de distancia, como podría esperarse de una figura como la del Papa, que puede ser pensada más cercana a la realeza que a la de la gente de a pie”.
“Uno va al Vaticano pensando en la imagen que se tiene de los museos, de opulencia y rectitud, pero Francisco te recibe en una sala muy modesta donde no hay ninguna clase de protocolo ni cuadros de grandes artistas”, recalca. Y esto es algo que, para Duzdevich, rompe con la idea de Iglesia alejada de la gente, sino que más bien busca cercanía tanto espiritual como física. “Creo que con esta forma de ser está recuperando a mucha gente, a mí entre ellos”, apunta. “De hecho, la última vez le dije: ‘Usted siempre me pone en los mail que rece por usted, y esto me ha hecho volver a rezar después de mucho tiempo’”.