España

“Cuando nadie daba un duro por mí, Jaime Garralda me salvó”

  • Un año después de su muerte, la Fundación Horizontes Abiertos presenta un libro sobre la trayectoria de su fundador
  • “Ojalá hubiera un Garralda para cada preso”, ensalza el secretario de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz





“Necesitamos ángeles y héroes como él”. Rocío Vázquez no tiene dudas. Lo dice en primera persona, como beneficiaria de la Fundación Horizontes Abiertos durante la presentación del libro “41 años abriendo horizontes. Padre Garralda sj., una vida junto a los marginados”, escrito por Fernando Rodríguez López de Andújar y que repasa la vida y obra del religioso jesuita fallecido hace un año.

“Hablo en nombre de muchos compañeros que, como yo, se han levantado gracias al padre Garralda. Nos ha salvado”, señala Rocío al echar la vista atrás y contemplar el pozo en el que llegó a estar y del que le sacó el religioso: “Nunca he sentido tanta paz como cuando me hablaba él. Cuando nadie da un duro por ti y estás en el fondo del túnel, Jaime estaba allí”, dijo visiblemente emocionada ante quienes le escuchaban ayer en sala Alfa y Omega del Arzobispado de Madrid. Una ovación cerrada reconocía el coraje de Rocío por salir adelante y la entrega del desaparecido fundador de Horizontes Abiertos, entidad centrada en la apuesta por la reinserción de los marginados, especialmente los encarcelados.

Jesuita de arriba abajo

Para el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, Garralda es “un jesuita de arriba abajo”. Osoro recordó cómo conoció al religioso cuando el actual purpurado abrió un hogar para jóvenes procedentes de un reformatorio en su tierra natal: “Viaje a Madrid para pedirle asesoramiento, fue el inicio de una relación que hemos mantenido siempre”.

El cardenal le definió como un misionero dispuesto a “estar siempre en salida, pero nunca ir solo, sino con compañeros de camino”. “Su vida la dedicó a tocar heridas, especialmente en las cárceles, haciendo cómplice a la sociedad civil”, aseguró al glosar su figura.

Reinserción en la sociedad

María Matos, presidenta de la fundación Padre Garralda Horizontes Abiertos, subrayó que “era un enamorado de Dios, el jesuita más feliz de ser jesuita del mundo entero”. Para Matos, lo demostraba en su desbordante felicidad que nacía del Evangelio y el compromiso: “Gracias Jaime, por enseñarnos a oír y a acudir a la llamada de Dios a los que están en la cuneta de la vida. Los que están solos nos tienen a nosotros para que se reinserten en la sociedad”.

La sala Alfa y Omega acogió la presentación del libro sobre el padre Garralda

“Este primer año sin Jaime ha sido muy duro”, admitió la presidenta de la fundación, que reiteró su compromiso por seguir adelante “para contagiar sus valores, queremos tener a los jesuitas como compañeros de viaje”.

Por su parte, Ángel Luis Ortiz, secretario general de Instituciones Penitenciarias, deseó que “ojalá que cada una de las personas privadas de libertad en nuestro país pudieran contar con un padre Garralda detrás”.

Derrochar vitalidad

El jesuita Juanjo Tomillo, capellán de Horizontes Abiertos, presentó Garralda como “el misionero de Madrid que siempre derrochó vitalidad”. “Su modo de estar y de ser delante de Dios es de una riqueza inigualable. Su fe en Jesús le llevó al encuentro con el hermano que no cuenta”, ensalzó. Por su parte, Fernando García de Cortázar, remarcó la labor de Horizontes Abiertos “no como un humanitarismo laico, sino expresión de nuestra fe en Jesús”.

El padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, recordó que “durante veinte años nos llamábamos todos los días. Para mí ha sido un amigo y un hermano y puedo decir que es un santo”. “Al menos en san Antón es venerable”, dejó caer el padre Ángel, que ha colgado un cuadro en la iglesia madrileña.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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