Hace tres semanas que Matteo Salvini dejó de ser ministro del Interior y ‘hombre fuerte’ en el anterior Gobierno italiano, pero el partido político que lidera, la Liga, sigue el primero en intención de voto con un porcentaje por encima del 30%, según las últimas encuestas. Para mantener esas cifras y conseguir que la tensión política no decaiga ahora que está en la oposición, Salvini continúa con su presente exposición mediática, en la que aprovecha para ajustar cuentas con los que considera sus enemigos. Los obispos italianos parecen estar entre ellos.
“He visto el documento de uno de los jefes de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) que ha dicho: ‘Abramos los puertos, acojamos a todos, en Italia hay espacio para todos’. Me permito decir que no es así”, comentó ayer el líder ultraderechista en un mensaje ofrecido en las redes sociales. “Hay millones de italianos que tienen problemas de casa, trabajo, escuela y hospitales, y entre ellos hay también muchos inmigrantes buenos”.
Espacio en el Vaticano
En una nueva polémica con la CEI después de la que mantuvo hace unos meses por el uso político de los símbolos religiosos, Salvini les preguntó a los obispos si no sería “más sensato acoger a los que escapan de la guerra, que son una minoría, y decir a todos los demás que primero nos ocupamos de nuestras hermanas y hermanos en dificultad, sean blancos o negros”. A continuación alzó el tiro para hacer ver que estaría dispuesto a cambiar de postura si “en el Vaticano me dicen que hay espacio, casa, escuelas, trabajo y hospitales para todos. No me parece que sea así y no me parece sabio dar este mensaje, sobre todo a los traficantes de seres humanos”.
Las críticas del líder ultraderechista al episcopado de su país se produjeron después de que Mario Meini, obispo de Fiesole y vicepresidente de la CEI, rechazara en su discurso de apertura del consejo episcopal permanente el lema político de Salvini, ‘primero los italianos’. Meini se mostró contrario a “la política de los muros y de los puertos cerrados” y advirtió de los riesgos que supone relacionar el fenómeno migratorio con “los miedos y las inseguridades de un malestar civil, que en realidad tiene causas mucho más profundas”.