El Papa ha recibido en el Vaticano a 400 miembros de la comunidad Emmanuele de Lecce, orientada a la acogida de personas desfavorecidas en la ciudad italiana
El papa Francisco ha recibido hoy en audiencia a la comunidad Emmanuele de Lecce, a cuyos 400 miembros ha agradecido la labor que han desarrollado en sus casi 40 años de vida. “Les agradezco, sobre todo, como lo han hecho, alimentando el ‘hacer’ con el ‘ser’ que proviene de la savia de la Palabra de Dios, de momentos de retiro y de fraternidad”, ha dicho, “y esto es importante, porque de lo contrario os podríais haber convertido en una agencia de asistencia o en una empresa”.
La Comunidad, nacida en la italiana ciudad de Lecce el día de Navidad de 1980, está en formada por hombres y mujeres que, junto con el jesuita Mario Marafioti, abrieron un primer hogar de acogida para personas desfavorecidas, centrando su atención especialmente de niños, adolescentes y jóvenes. A día de hoy, la Comunidad está organizada en sectores de intervención diferenciados: Familia, Discapacidad, Dependencia, Cooperación y Empresa Social, Migración y Sur del Mundo, Diaconía.
“Su comunidad”, ha continuado el Papa, “expresa una fe encarnada en el servicio”. “Comenzó con un gesto de bienvenida, porque el Señor toca a nuestra puerta con los rostros de los hermanos y hermanas que viven en la pobreza, el abandono, la esclavitud… y ustedes les han abierto y han respondido”. Un “si” del que se han desarrollado “los diversos sectores de la Comunidad, todos los cuales son lugares y momentos de bienvenida”.
El camino recorrido en casi 40 años está “indicado por el nombre de la comunidad: Emmanuel, porque es Dios quien nos lo muestra, quien está con nosotros”. “Él es Emmanuel, Dios con nosotros, quien presenció el amor del Padre al compartir nuestra condición humana hasta el final”, ha subrayado Francisco.
Y es Él, precisamente, “la fuente de la que se extrae el agua viva para continuar”. Para ello, ha recomendado a los presentes que nunca se dejen “robar la alegría, la esperanza y el coraje para entregarse”, que permanezcan “juntos sin lastimarse”, que siempre sepan “devolver las redes, a pesar de las decepciones”, que continúen trabajando con alegría “a pesar del cansancio” y, sobre todo, que “permanezcan fieles al espíritu original de vocación y misión”.