“¡Qué gran labor hacéis!”. Con estas palabras se despidió Iñaki Urdangarín en su primer día como voluntario en el Hogar Don Orione. La expectación en la puerta era notoria. Sin embargo, dentro reinaba la normalidad. Así lo cuenta a Vida Nueva el director del centro, Paco Sánchez. El ex duque de Palma ya se ha adaptado a su nueva responsabilidad en un equipo que intenta mejorar la movilidad de los chicos de Don Orione –como llaman a los internos–. Y acudirá a su cita como voluntario todos los martes y jueves durante seis horas a menos que se lo impidan, puesto que solo un día después de estrenarse al servicio de la dependencia, la Fiscalía Provincial de Valladolid pidió que se revocara la decisión de autorizar sus salidas de la prisión de Brieva (Ávila).
La tormenta mediática que rodea al centro no es vista como un inconveniente por la comunidad del hogar. De hecho, el superior de la provincia España-Venezuela de la Pequeña Obra de la Divina Providencia (Orionistas), José París, ve en la llegada del mediático voluntario una oportunidad, porque “un voluntario es siempre una gracia”. Y así lo está siendo, puesto que algunos jóvenes ya se han puesto en contacto con la dirección del centro para ofrecer sus manos al conocer, a través de la prensa, la labor de la congregación con las personas discapacitadas en el hogar.
“No lo hemos hecho para darnos publicidad, sino por caridad y misericordia. Aquí nos sirven todas las manos”, mantiene Sánchez. El provincial, sentado a su lado, interviene para agregar una máxima de san Luis Orione, canonizado en 2004: “¿Qué mal tienes? ¿Qué te hace falta?”. “Somos una casa de puertas abiertas a todos. Eso es parte de nuestro carisma. Por eso, ahora, porque nos comprometa, no podemos decir que no. Eso es hacer trampa a Dios. A nadie se le pregunta a qué partido vota ni qué religión profesa: todos es todos”, indica.
El voluntariado necesita de una regularidad y, por ahora, Iñaki –como se refieren a él– “nos ha dicho que contemos con él, así que estará con nosotros el tiempo que le permitan”. Allí es uno más, señala el director del centro nacido en 1967 como colegio de educación especial y que es hoy la casa de 114 personas con discapacidad física e intelectual severa. Un total de 100 trabajadores cuidan de su bienestar y alrededor de 50 voluntarios semanales echan una mano. Un grupo de nueve frailes vive en esta comunidad. Siete ya han profesado y otros dos viven dos años de inserción, pues los orionistas los invitan primero a tocar las llagas antes de ser sacerdotes. Llagas que ahora también acaricia Urdangarín en una experiencia de voluntariado real.