“La Iglesia necesita hombres y mujeres arriesgados, con una identidad clara, arraigados en Cristo y, al mismo tiempo, audaces en la Evangelización”. Es el llamamiento que hizo esta mañana el obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, en la eucaristía de clausura del Congreso de Evangelización que a lo largo del fin de semana ha acogido el Cerro de los Ángeles.
Durante la misa, celebrada en la basílica-santuario repleta de fieles, García Beltrán recordó que “un cristiano es un hombre y una mujer que siempre lleva las botas puestas. No os canséis de llevar las botas puestas”. Desde esta actitud en permanente estado de misión, tal y como pide el Papa, el prelado propuso aplicar el plan de evangelización que la diócesis tiene previsto aplicar en los próximos tres años.
Parafraseando a Francisco y a su no vale el “siempre se ha hecho así”, García Beltrán planteó la necesidad de abrirse a nuevas aventuras eclesiales: “Tenemos que buscar delante del Señor el modo más adecuado de anunciar el Evangelio hoy. Quizá lo más importante no es el método que utilicemos, sino anunciar con nuestra vida y nuestra palabra”.
Apóstol de los olvidados
En este sentido puso como ejemplo de evangelizador a San Manuel González, “apóstol de los olvidados desde la eucaristía y la caridad”. “En la medida en la que no tenemos a Dios, nos olvidamos del hermano, cuando el que pide en la puerta de mi casa, es realmente mi hermano”, destacó en relación al Evangelio del día, el del pobre Lázaro. “Nuestro gran pecado es no ver en el día a día a Lázaro, porque somos incapaces de mirar al otro porque solo nos vemos a nosotros, de comer bien y de vestir bien. ¡Hay que ver lo que hace el egoísmo en nosotros, cuando todo empieza y termina en mí!”, enfatizó el obispo. “No pasemos de largo por el hermano pobre. A lo mejor no tengo una moneda de mi bolsillo ni tengo una solución a su problema, pero no podemos despreciar al pobre”, insistió.
En su homilía, no faltó la referencia al centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, que ha propiciado un congreso que ha reunido entre sábado y domingo a más de 3.000 personas que han participado en diversas ponencias, talleres, exposiciones y vigilias de oración. “Tengamos siempre presentes la imagen del corazón de Jesús siempre con los brazos abiertos como señal de acogida y que nos introduce en el misterio de su amor”, deseó el obispo de Getafe.